Desde que comenzó la cuarentena en marzo, los mayores de 60 años fueron considerados grupos de riesgo y a los que más se les pidió que acataran el aislamiento.
La medida, acrecentada por la prohibición de las reuniones familiares ha generado sentimientos encontrados en los adultos mayores. El dolor por no poder estar y abrazar a los hijos y nietos es tan fuerte como pensar en cuidar la salud.
"Anímicamente estoy bien, no me ha afectado esto de estar encerrada, sólo me da angustia no tener los abrazos de mis nietos. Tengo tres hijos valiosísimos y diez nietos que son un farolito. Me falta el contacto físico con la gente que amo y eso que mis nietos nos escriben siempre, me tienen entretenida, nos vemos por Zoom pero la máquina no es lo mismo que estrecharlos y sentir su corazón latir cerca del tuyo", contó Mirta (78), quien vive con su esposo.
Para Cristina (69) ha sido más duro, vive sola, tiene una hija en Mendoza y otro hijo fuera del país. "Después de 150 días ya estoy harta, para mi es una condena, es como estar en la cárcel", describió.
Si hay alguien que le ha puesto actitud a la situación, esa es Mirta. Contó con la ayuda de la vecina para las compras. Con su esposo disfrutan de armar rompecabezas de hasta 3.000 piezas. Pero no sólo eso. "He tejido todo para regalar", compartió esta docente jubilada. "Estoy haciendo muñecas tejidas rellenas con vellón y ropita para escuelas, llevo 16 conjuntitos, son para la escuela Estrella Andina, hechas de materiales nobles como tela, nada de plástico", relató.
Mirta tiene visión clara y por eso aseguró: "Cuando uno tiene problemas encuentra puertas. Yo suelo buscar las puertas que se pueden abrir".
Marta (74) y su esposo José (82) estaban habituados a la independencia, pero en esta situación no les quedó más opción que depender de la ayuda de sus hijos. Uno de los mayores desafíos fue la conexión digital, que no tenían muy aceitada. "Casi no uso el celular, es más, siempre lo pierdo", dijo él.
Por todo, debieron adaptarse. "Los médicos suben los pedidos de medicamentos a un sistema y los pido a la farmacia, que me los trae a domicilio. Pero pagar impuestos y servicios no sé, así que lo hacen mis hijas" contó Marta. Tratan de minimizar las solicitudes, pese a que su familia está siempre pendiente de todo y aseguran que no incomodan pero ellos prefieren "no molestar".
El bolsillo
La manera como los adultos mayores pasan la pandemia depende de los recursos con los que se cuente. Los económicos son parte de ellos y determinarán poder acceder a más comodidades o lidiar como se pueda con las carencias.
Marta dijo que la situación de algún modo tuvo impacto en su economía: tuvieron que cambiar los hábitos de compras y ya no salir a buscar precios a una feria, como antes, sino pagar lo que pidan los comercios en las cercanías de su vivienda.
Alejandra Roja es referente social de la organización Barrios de Pie en Guaymallén y señaló que a las meriendas que daban para los niños han sumado un vaso de leche para muchos adultos mayores con necesidades.
"Algunos la están pasando mal. La jubilación no les alcanza y no pueden salir a buscar ofertas", explicó. Dijo que muchos, con su magra jubilación, ayudan a sus hijos y nietos que también están complicados y que, a veces, conseguir ayuda y medicamentos de Pami requiere trámites que no pueden hacer. Por eso gastan más dinero en medicamentos sin la cobertura o peor aun, no los compran.
Advirtió que también a muchos les ha resultado difícil acceder a atención en centros de salud, ya que no les han informado bien cómo hacer e incluso los maltratan por estar en la calle a su edad. "Están desorientados -apuntó-, no se atienden y se deterioran".
Otra inquietud es que muchos están solos y le tienen que pedir a alguien que les compre mercadería, muchas veces con el temor de ser estafados.
*Este texto fue publicado originalmente por Los Andes. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente.