Cuando La Traviata se estrenó, el 6 de marzo de 1853, en el teatro La Fenice de Venecia, fue un estruendoso fracaso. La ópera, que contaba un drama contemporáneo –basado en la novela de Alejandro Dumas La Dama de las Camelias– y a pesar de que sus autores (Verdi, el de las composiciones musicales, y Franceso Maria Piave, el del libreto) pidieron una ambientación moderna, los dueños del teatro se negaron. Quisieron que la puesta reflejara el pasado, porque esa era la tradición.
Esta es una de las razones por las que Willy Landin, el regisseur de la ópera que se estrenará en Mendoza este jueves en el teatro Independencia, eligió ambientarla en la década del '50. A una distancia prudencial del presente de redes sociales y celulares, pero alejada de un pasado endurecido y museológico.
La ópera, un género que hace siete años no se realiza en la provincia, es una apuesta de la Secretaría de Cultura y ensamblará la actuación de tres reconocidos cantantes líricos: los mendocinos Graciela Armendáriz y Ricardo Mirabelli, y el rosarino Pablo Rossi.
Mientras que la música será interpretada por la Orquesta Filarmónica de Mendoza, saldrán a escena el coro y el ballet de la Municipalidad de Capital, y participará una decena de músicos locales. Una apuesta ambiciosa para la magra oferta cultural de este tipo que se ofrece hoy en la provincia.