Pedro Coronel es un arriero mendocino que trabaja la mayor parte del año al pie del Aconcagua, en Puquios. Desde su hogar, en Uspallata, contó para el proyecto Historias de pueblos y leyendas de Argentina cómo es vivir y trabajar en Alta Montaña.
El trabajo de los arrieros consiste en llevar mulas cargadas hacia el Aconcagua para abastecer los campamentos del cerro con mercadería e infraestructura. Entre las cosas que llevan hay equipaje de alpinistas, alimentos u otros objetos y elementos que se necesiten para desarrollar la actividad. Cada hombre puede arrear hasta 5 0 6 animales, y cada uno de ellos puede soportar hasta 60 kilos, según el reglamento. En casos especiales, donde las cargas sean demasiado grandes para las mulas, se trasladan en helicóptero.
El día de los arrieros comienza a las 4 de la mañana, cuando emprenden la travesía mucho antes de que salga el sol. Son viajes que duran aproximadamente entre 6 y 12 horas. Es un trabajo arduo por las condiciones climáticas y peligroso ya que las mulas son animales difíciles de manejar y un golpe de ellas podría terminar en una quebradura del arriero o hasta ser mortal en casos extremos.
"Habitualmente trabajo en Los Puquios, a dos kilómetros de Puente del Inca", dijo Pedro a Vía País y comentó que allí hay dos sectores de trabajo, "uno que se dedica a la parte logística del Aconcagua y otro que está destinado al Parque de nieve en invierno".
"Los lugares donde pernoctan los arrieros - que suelen ser 15 en verano y 45 en invierno - están bien acondicionados, no se sufre el calor en verano ni tampoco el frio en invierno" contó Pedro y tras reflexionar un momento dijo: "O será que estamos acostumbrados".
El hombre recordó que la temperatura más baja que tuvo que soportar desde que trabaja allí fue de -24 grados.
¿Qué se necesita para ser un arriero? nos preguntábamos, entonces Pedro contestó: "Son personas que han trabajado toda su vida con animales. El trabajo se hace muy difícil si no se sabe trabajar con la mula". Los chicos de la zona que aspiren a ser arrieros pueden aprender este trabajo con las personas que llevan años haciéndolo al pie del Aconcagua y están muy bien preparadas.
Los arrieros y Puente de Inca
Los arrieros fueron pasando de generación en generación numerosas leyendas del Puente del Inca, pero todas concluyen en lo mismo, "el poder de sus aguas", dijo Pedro.
Lamentablemente el ingreso a los baños termales está cerrado desde 2005 por peligro de derrumbe, pero si estuviera abierto "sin dudas los arrieros pasarían mucho tiempo allá adentro", contó. Es que más allá de la leyenda que dice que sus aguas son curativas, el Puente de Inca es una fuente de agua con un alto valor terapeútico. Es por eso que cuando se podía, los arrieros descansaban de sus largos y duros viajes y recuperaban energías en este monumento natural.
Texto: María Paz González Bustos.
Fotos y video: Pablo Quaglia.
Producción: Luciana Guzmán.