Durante el conflicto de 1982 que se desató en las Islas Malvinas en pos de la recuperación de la Soberanía Nacional, Ramón López formó parte del grupo que debía desembarcar en Malvinas e instar al Gobierno colonial inglés a que rindiera su mando y lo pusiera nuevamente en manos de nuestro país. La tarea iba a ser muy difícil, ya que el lugar estaba custodiado por los Royal Marines y la orden que tenían los argentinos era lograr cumplir la misión sin producir bajas.
Dotado de tanta experiencia e historias, como haber sido uno de los encargados de repatriar el cuerpo de Giachino hasta Puerto Belgrano y entregárselo a su familia, Ramón a sus 70 años y luego de 37 años (tiempo transcurrido desde la finalización del conflicto) vuelve a Malvinas.
Al principio, como muchos Veteranos de Guerra, se oponía a viajar, pero comprendió que debía hacerlo. Debía volver a pisar ese suelo tan querido de la patria, ese suelo que lo vio luchar junto a los soldados argentinos con ahínco, tenacidad, obediencia y abnegación enarbolando la bandera del juramento sagrado, defender a la patria incluso hasta perder la vida.
"No es fácil la decisión de volver a Malvinas en la condición que siempre se presentó", dijo Ramón. Él hace referencia a que no quería que le sellen el pasaporte, porque para él y muchos argentinos, eso representa un reconocimiento implícito de que las Malvinas no son argentinas. "Es lo mismo que yo vuelva a mi pueblo, a Corrientes con pasaporte", expresó.
Luego de meditar un tiempo y antes de decidir su vuelta a Malvinas, Ramón viajó a la ciudad de Mar del Plata para reunirse con la mayoría de comandos anfibios que habían desembarcado con él aquel 2 de abril de 1982. "Todo el mundo coincidió en lo mismo, al final de cuentas es una mancha más en el pasaporte, pero esto va a tener otra historia", dijo Ramón haciendo mención a la respuesta de sus compañeros.
Luego de recibir el apoyo de sus camaradas, Ramón decidió viajar y poner su manto de verdad en la historia, contar los hechos que él vivió durante el desarrollo de la guerra y mostrar a los argentinos los lugares comentando los hechos sucedidos. "Voy a contar lo que yo viví, no en las ganas de dejar mal a nadie", dijo.
Entre esas historias y hechos heroicos, Ramón contó cómo fueron sucediendo las cosas, la cantidad de comandos que desembarcaron y cómo se dividieron para cubrir los objetivos y cumplir la misión. "Nosotros éramos 92 en total, de los cuales 16 fueron a la casa del gobernador con Giachino como jefe y el resto fuimos al cuartel de los Royal Marines", dijo.
Desde su posición, Ramón contó que cuando entraron en combate en la casa del gobernador, pensaron que los Royal Marines iban a estar todos allí y la patrulla de Giachino, que era de pocos hombres, iban a necesitar ayuda. "En un trote de 6 kilómetros llegamos al pueblo y a medida que íbamos avanzando, íbamos tomando prisioneros. Era tipo 7 y media 8 de la mañana, llegamos y comenzamos a tirar con todas las armas y se rindieron. A las 9 de la mañana estaba rendida la plaza completamente. Cumplimos la misión", dijo Ramón y recordó a sus compañeros heridos en combate: Giachino, García Quiroga y Urbina, siendo Giachino la primera baja argentina del conflicto.
López recordó lo triste que es una guerra y dijo que ese momento es el más cruel del ser humano "La tristeza de esto es que la guerra comienza cuando terminan las palabras. Cuando nosotros, los cristianos, los seres humanos no podemos dialogar, entramos en crisis y entonces ahí comienzan a hablar las armas y cuando comienzan a hablar las armas no hay distinción de nada", lamentó.
Más allá de lo triste de la guerra y de ser uno de los soldados que participó en ella, es un hombre de férrea convicción cristiana. Atibuye su suerte a la bendición de Dios. Su madre es colaboradora en la iglesia, dos de sus hermanas se hicieron monjas y un sobrino es sacerdote. "Yo soy un bendecido por Dios. Todos mis logros, tengo una familia hermosa, tengo hoy viviendo acá a mis 4 hijos y mis 5 nietos. Me casé hace 42 años con esta mujer de Mar del Plata, es una gringa que me acompaña a todos lados, la verdad que es de fierro", dijo y resaltó el temple de su esposa Mabel al quedarse sola al frente de la casa en los momentos de su ausencia.
Por esta causa, la de irse al cumplimiento del deber, Ramón contó que es muy difícil llevar una vida de familia así, "La cuantificación que tenemos es el 50 por ciento de los veteranos de guerra separados. Los fantasmas de la guerra son tristes, son feos y realmente causan problemas", mencionó. Por eso dio gracias a las personas que atendieron a los veteranos luego de la guerra, a las juntas médicas y en especial al pueblo que los reconoció "somos agradecidos eternamente a esta ciudad, a este pueblo que está muy comprometido y es muy malvinero", resaltó.
Ramón López, como buen soladado de la patria siempre tiene su equipo armado, su mochila de campaña con todos los elementos para salir al terreno. Esta vez, su mochila cambió un poco y conjuntamente con su equipaje, y el bagaje de historias que lleva encima, Ramón llevará un elemento que hasta hoy no llevaba entre sus cosas. Esta vez llevará una reliquia única, "la rosa por la paz", hecha artesanalmente por las manos de uno de los orfebres plateros más conocidos del país, Juan Carlos Pallarols. La particularidad de esta rosa es que está hecha con vainas de las municiones utilizadas en la guerra.
Conversando en "off", sañaló que esta rosa ya tiene destino fijado concensuado con la madre de Giachino, la señora Cristina, va a ser llevada hasta el cementerio de Darwin, donde descansan los soldados argentinos, que aun hoy estan siendo reconocidos a través de una acción conjunta entre los paises y la Cruz Roja. Esta rosa será llevada a ese lugar sagrado y simbolizará el sentir de un pueblo que no olvida a sus héroes.