El presidente de facto Leopoldo Galtieri, que había jugado contra su antecesor, Roberto Viola, para que su mandato se cortara a menos de nueve meses, fue a su vez desalojado del poder, donde se mantuvo aún menos, casi seis meses.
La tragedia de Malvinas desató una crisis política inmediata. Las tensiones acumuladas entre las fuerzas armadas no se resolvieron, y el 22 de junio, luego de cuatro días de deliberaciones inútiles, el ejército nombró presidente, contra la opinión de la marina y la fuerza aérea, a quien pasaría a la historia como el último dictador de Argentina en el siglo XX, Reynaldo Bignone.
Uno de los documentos desclasificados recientemente en los Estados Unidos sobre los años de la dictadura 1976-1983 analizó el caso como parte de las internas militares. Porque apenas nombrado Bignone, Cristino Nicolaides comenzó a querer su puesto.
La crisis políticas que siguió al fin de la guerra de Malvinas: "Lo que ha concluido no es el gobierno organizado por el general Galtieri, sino un sistema establecido en 1976 por las Fuerzas Armadas", decía. Por fin, mientras el gabinete de Bignone se llenaba con civiles, los militares tejían la reconstitución de la junta con Nicolaides por el ejército, Rubén Franco por la Armada y Augusto Hughes por la fuerza aérea.
Un reporte de inteligencia ordinario, del 25 de septiembre de 1982, expresó el escepticismo de los analistas de la CIA: "Es improbable que la reconstitución de la junta esta semana haga más coherente la política argentina y puede debilitar la posición del presidente Bignone".
A modo de comentario, agregó: "El regreso de los comandantes de la armada y de la fuerza aérea a la junta terminó con la ruptura que siguió a la selección del ejército hecha en julio del general Bignone como presidente. La reciente reestructuración en la armada y la fuerza aérea que llevó al nombramiento de nuevos comandantes para los dos servicios ayudó a allanar el camino para la reunificación de la junta".
El nombramiento de Reynaldo Bignone fracturó la junta militar. El que sería el último dictador fijó las elecciones en octubre de 1983.
La junta religada contaba con un militar que quería ocupar el lugar de Bignone y dos representantes de fuerzas que se habían opuesto al nombramiento de Bignone: "Es probable que los elementos fuertemente nacionalistas en cada uno de los servicios se opongan a él cuando trate de tomar las medidas de austeridad indicadas por el FMI y en otros asuntos económicos y políticos", advirtió el texto. "Mientras tanto, la inflación —con una tasa anual de 600% durante los últimos dos meses— causa malestar sindical que los conspiradores podrían explotar".
Aunque Nicolaides esperaba "abandonar a Bignone y asumir él mismo la presidencia" y "los simpatizantes de Nicolaides podrían intentar hacer que el régimen parezca inestable para justificar la remoción de Bignone", se avecinaban ciclos de promoción y retiro que llamaban a poner los planes en pausa.
Lo que sucedió, finalmente, fue un incremento de las presiones civiles, a partir de la formación de una coordinadora política, la Multipartidaria, de la que participó Raúl Alfonsín, quien sería el primer presidente democráticamente elegido desde 1973. Las organizaciones de derechos humanos y las embajadas también intensificaron sus campañas; el 16 de diciembre hubo una manifestación masiva, por cuya represión murió Dalmiro Flores, por el fin de la última dictadura.
En 1983 Bignone fijó la fecha de las elecciones para octubre. También firmó un decreto secreto para ordenar la destrucción de cualquier prueba sobre el terrorismo de Estado y la desaparición de personas. Y aunque en septiembre promulgó una ley de autoamnistía para los militares —que, tras recuperar sus funciones, el Congreso declaró nula—, Bignone.murió con prisión domiciliaria por haber cometido delitos contra la humanidad, como sus pares, a los 90 años, tras múltiples juicios, en 2018.