La pérdida de un familiar cercano es difícil de superar y ni siquiera el tiempo es remedio suficiente para llenar el vacío. Muchos expresan que la única manera de poder seguir adelante es hallar algo que ayude a sentir el disfrute de la vida una vez más. Una joven lasherina lo pudo encontrar en la acrobacia en tela.
Se trata de Agustina Cortez, la joven lasherina que descubrió la acrobacia en tela luego de sufrir una gran pérdida en su vida. Se cumplen diez años de ese momento duro y en el transcurso, fundó una compañía artística y comenzó a dar clases.
Cielo mágico y la acrobacia en tela
Agustina es conocida artísticamente como Cielo y en marzo se cumplen 10 años desde el día que conoció tela. Fue bajo circunstancias tristes, pero le ayudó a encontrar la magia en la vida una vez más.
“Cuando tenía 14 años falleció mi mamá. Me destruyó por completo, me costaba vivir el día a día, ir a la escuela o salir de la cama. Tenía un dolor en el alma que no había sentido antes”, expresó Agustina a Vía Mendoza.
Todos sus familiares intentaban levantarle el ánimo, pero no había ninguno lo lograba. Cinco meses más tarde su prima la invitó a una clase de acrobacia en tela, porque ella sentía vergüenza ir sola.
“Ninguna de las dos sabíamos bien qué era, pero me intrigó y fui a probar con ella”, detalló la joven, y agregó que siempre le había gustado la danza en su niñez, pero nunca había tenido la oportunidad de practicarlo.
Ella no lo sabía, pero desde ese momento comenzaría algo en su vida que le ayudaría a sentirse bien una vez más. Aunque las primeras clases le costaron mucho, decidió continuar: “Seguí entrenando porque la tela y su gente me hacían muy bien al alma”.
Con el tiempo, fundó una compañía artística con 5 amigos y en el 2015 se animó a dar clases por primera vez. Agustina ahora se describe como una artista en todo momento y asegura que fue la tela que le dio el escenario para brillar.
Practicar la acrobacia en alturas también le dio la oportunidad de encontrar la magia nuevamente en su vida, luego de sentir tanta desolación.
“La tela no me salvo la vida, pero me hizo vivirla, vivirla de verdad, disfrutarla. Me hace sentir un amor eterno, me ha regalado personas maravillosas y momentos inolvidables”, comentó la lasherina.
Las clases y su escenario
Tres años después de subirse por primera vez a la tela, se animó a dar clases. Ya lleva siete años ejerciendo la docencia en su campo y disfruta mucho de hacerlo.
Uno de los objetivos en sus clases es poder transmitir lo que ella sintió cuando le enseñaron hace tantos años atrás. “Mis clases son hermosas, refugio para muchas de mis alumnas”, expresó.
No hace diferencia de edad y de género, recibe adultos y niños por igual. Asegura que cualquiera puede sumarse a sus clases, aún los que consideran tener una mala condición física.
Recién el año pasado se animó a enseñar a gente mayor y se da cuenta de que muchos llegan con prejuicios por su edad o cuerpo: “Pero cuando van a las clases se sienten super bien con ellos mismos por cada cosa pequeña que logran”.
“La gente llega por curiosidad y se termina enamorando. A algunos les cuesta mucho pero no dejan de intentarlo porque yo les ayudo a ver que si pueden”, agregó Agustina.
Por otro lado, le gusta exponer su talento ante el público en shows y eventos. Es parte de la compañía artística Sinestesia y a su vez participa de la Vendimia Central. “Este año voy a hacer mi tercera Vendimia. Estoy super entusiasmada”, exclamó la joven.
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