El Ekeko, la deidad andina de la abundancia y alma de la festividad boliviana de la Alasita, declarada Patrimonio de la Humanidad, tiene desde el pasado viernes un espacio exclusivo en la capital boliviana La Paz en el que se exhibe diversas manifestaciones y la evolución de los deseos en miniatura.
La empresa estatal por cable “Mi Teleférico” inauguró la “Casa del Ekeko” en una vivienda de principios del siglo XIX, situada en el antiguo complejo de la ex Estación de Ferrocarriles de La Paz, ahora convertido en un parque cultural, y que antiguamente servía de hospedería de las familias de los gerentes ferroviarios.
En esos ambientes se habilitó pequeñas salas que muestran las distintas expresiones de la feria de la Alasita o de los sueños en miniatura, que en aimara significa “cómprame”, con artesanías diminutas cedidas por antiguos coleccionistas, trabajadores de la empresa estatal y elaboradas por internos penitenciarios.
Inclusive destaca una habitación “viviente” en la que dos amautas o sabios andinos, hombre y mujer, están con sus trajes típicos además de un brasero e incienso que tradicionalmente sirve para un ritual para realizar una especie de bendición a los artículos en miniatura que cada persona adquiere el 24 de enero.
ORÍGENES Y CAMBIOS EN LA TRADICIÓN
En declaraciones a EFE, la gestora cultural y encargada del Parque de las Culturas, Andrea Pericón, mencionó que la Alasita se remonta al rito prehispánico de las illas e ispallas, deseos plasmados en un objeto, y la devoción al Ekeko, cuyo origen está en la colonia, y que eran aspectos separados.
Las culturas precolombinas moldeaban sus deseos (ispallas), frecuentemente figuras de ganado o pequeñas casas, en barro para luego en el solsticio de verano, que en el hemisferio sur se produce el 21 de diciembre, colocar esas figuras “con los primeros rayos de sol” de manera que se hagan realidad, dijo Pericón.
Con el paso del tiempo y la llegada de la Iglesia católica se da el “sincretismo” entre la costumbre local con la Navidad, mencionó la experta.
Sin embargo, es a fines del siglo XVIII cuando emerge la figura del Ekeko, un hombre bajo y de bigote delgado que según los relatos comenzó a repartir alimentos durante un cerco indígena a La Paz que generó escasez, y a quien muchos relacionaron con la antigua illa Tunupa, la deidad de la abundancia.
¿QUÉ SE LE PIDE AL EKEKO?
Pericón dijo que con el paso del tiempo el pedido de abundancia relacionado con los alimentos y el hogar se transformó con las nuevas “construcciones sociales” con deseos de otros bienes materiales.
Actualmente es frecuente pedir al Ekeko o en la festividad de la Alasita títulos profesionales, vehículos y casas, hasta una pareja, representada en miniaturas de gallos o gallinas que se regala a quien desea sellar una unión estable.
La tradición reza que si ese acto se realiza con mucha fe es muy posible que el deseo se llegue a cumplir.
Pese a que los ritos de las miniaturas y la devoción al Ekeko estuvieron separados, a este último se le atribuyó el “poder de un dios” a quien hay que hacerle atenciones como hablarle o “invitarle” un cigarrillo para que “en reciprocidad otorgue abundancia”, dijo Pericón.
En la exposición de Alasita en la “Casa del Ekeko” en La Paz justamente destacan una estatuilla de la deidad de la abundancia que pertenece a una familia de comerciantes y que se llama Martín, al que antes del 24 de enero hay devolver a sus propietarios para que realicen los rituales necesarios.
La festividad de Alasita se celebra en La Paz el 24 de enero bajo la creencia de que si durante ese mediodía se compra con fe las miniaturas que representan los deseos personales, finalmente se cumplirán durante el año.
Esta celebración se ha extendido a los distintos barrios de La Paz principalmente en cercanías de los templos católicos, a donde los creyentes asisten para la bendición de sus miniaturas sin que eso excluya presentarse ante un amauta que también hará plegarias para el cumplimiento de esos deseos.
(*) Con información de EFE