Después de haber recibido el miércoles en el Senado de la Nación la mención de honor "Domingo Faustino Sarmiento", el religioso y docente africano Peter Mokaya Tabichi, distinguido en 2019 como el "mejor maestro del mundo", llegó a San Salvador de Jujuy este jueves para compartir un encuentro con docentes y directivos de diferentes establecimientos educativos de nuestro medio.
Acompañado por miembros de la orden franciscana asentados en la provincia y por el director regional de la Fundación Varkey Argentina, Agustín Porres, Tabichi, que también es hermano franciscano, concurrió a las instalaciones de Infinito por Descubrir donde lo esperaban la ministra de Educación provincial Isolda Calsina y sus colegas educadores para dialogar con él.
El maestro keniata, de 36 años, enseña matemática y física en la escuela secundaria Keriko, en la ciudad de Nakuru. Por su desempeño allí, en marzo pasado fue distinguido con el Premio Global de Maestros 2019, considerado mundialmente como el "Nobel" de la Educación.
Asistido por un traductor, expresó su complacencia por haber llegado hasta Jujuy "para interactuar con la gente y compartir mi historia", pero también "conocer qué hacen para promover y mejorar la educación" en la provincia, a la vez que se manifestó agradecido por el premio global recibido meses atrás en virtud de que le permite recorrer el mundo "compartiendo mi historia para inspirar y motivar a docentes, además de aprender de cómo trabajan en otros lugares".
Una definición muy potente que Tabichi repite en cada encuentro es que "cuando uno da, uno recibe más. Nuestras vidas deberían girar en torno a dar, dar, dar y seguir dando. Dar todo con pasión y compromiso. Riéndonos de nosotros mismos, haciendo que otros sean felices, ayudando a los demás".
Antes de este encuentro en Jujuy, el “maestro del año” había dado el miércoles una conferencia en las instalaciones del colegio Nuestra Señora de Las Nieves, en la Capital Federal.
"Vengo de una familia humilde. Mi padre también es docente. Hemos atravesado muchos desafíos. El primero fue caminar ocho kilómetros para asistir a clases, sin zapatos, y a pesar de esto, pude tener una buena educación, ir a la universidad. Trabajé en una escuela privada que tenía todos los recursos que me permitían realizar mi tarea: computadoras, libros… pero me llamó la atención que la realidad que circundaba no tenía los mismos recursos", relata.
"Keriko, mi escuela, se encuentra en una zona semi-árida, los alumnos provienen de familias pobres, con muchas y variadas necesidades. Puedo tener entre sesenta y ochenta alumnos en cada aula. Muchos alumnos e insuficiente cantidad de docentes. Por eso, en Keriko, los docentes desarrollamos muchas y variadas tareas", describe Tabichi, y agrega: "Hay que ser creativos para responder a todos estos desafíos y ayudar a nuestros alumnos que llegan enojados y emocionalmente molestos".
En ese sentido plantea que "lo primero es darles de comer. Combatimos el hambre, les damos una comida que tiene porotos como ingrediente principal. No hay mesas, se sientan en el piso… Sus contextos: la familia vive en un solo cuarto donde ocurre todo, duermen, hacen sus trabajos, cocinan… A pesar de este entorno, en el colegio se encuentran felices".
A propósito de esto, menciona que en su escuela "tenemos un programa para asistirlos -a los estudianates- desde lo emocional, porque en ocasiones llegan estresados", pero al mismo tiempo acota que son "siete docentes para setecientos alumnos", de manera que "el estrés también es un tema entre los docentes. Además, planificamos, corregimos…"
Pero no obstante ello, reconoce en los maestros que encaran "sus tareas cotidianas con el deseo de transformar la sociedad".
Acerca de si mismo, Tabichi se define como "un docente común y corriente que trata de hacer las cosas de todos los días, todos los días de manera distinta, con otra pasión. Por eso hay que enseñar con pasión y con amor", alentó.
Sostiene asimismo que "los jóvenes tienen sueños y somos los docentes los que acompañamos sus búsquedas. Caminamos junto a ellos. Algunos alumnos querrán ser periodistas, otros ingenieros; aquí -enfatiza- es donde los docentes podemos ayudar", y explica: "Como docentes debemos colaborar a desarrollar las habilidades psico-socio-afectivas de los alumnos, ser humildes, resilientes, generosos, trabajar con pasión y compromiso, hacer más y hablar menos, tomar la iniciativa sin esperar a ser directores", aconseja.
"La mejor educación que uno puede dar a un niño está basada en su confianza. Y lograremos sociedades resilientes, productivas y creativas", asegura con convicción.
La Fundación Varkey -que lo trajo a Jujuy- seleccionó a Peter Tabichi de entre 10 mil candidatos de 179 países. El argentino Martín Salvetti fue uno de los finalistas de la última edición.
Como en cada una de sus presentaciones, el joven maestro keniano exhibió en Infinito por Descubrir el galardón que le entregaron cuando fue elegido como "Mejor Maestro del Mundo 2019", el 24 de marzo último.
"No es para mí: es para todos los docentes y su vocación. Tenemos que reconocerlos y a todo lo que brindan; darle prioridad a la educación enfatizando la importancia de las estrategias de enseñanza", remarca cuando muestra el premio y se presta gustoso para las fotos.