Largamente probados por la ciencia, los beneficios de la lactancia materna se siguen chocando con tres viejos enemigos: los mandatos culturales, prejuicios y desinformación. Para derribar esas mitos es preciso entender que, además de la sabida nutrición, amamantar es un acto físico y emocional que precisa más contención y menos presión.
Del 1° al 7 de agosto se conmemora la Semana Mundial de la Lactancia Materna y resulta el momento justo para recordar que amamantar no es solo un acto biológico: es también una experiencia emocional profundamente atravesada por expectativas, mandatos sociales y vínculos.
A pesar del respaldo científico que sostiene sus beneficios, persisten múltiples mitos que dificultan la continuidad de la lactancia y afectan emocionalmente a quienes la intentan sostener.
“La lactancia es una práctica profundamente emocional. No solo nutre el cuerpo del bebé, también construye uno de los primeros vínculos. Por eso, cuando aparecen dificultades, las madres no solo consultan por cuestiones físicas, sino también por lo que sienten: culpa, frustración, miedo a hacerlo mal. Acompañarlas sin juzgar, brindar información y validar sus emociones es parte del rol profesional”, explica el Dr. Daniel Ruffolo, Médico Cirujano, Ginecólogo y Obstetra del CMC de Mendoza de Boreal Salud (MP 8045).
Cuáles son los principales mitos alrededor de la lactancia materna
- “Si los pechos son pequeños, no se puede amamantar”
El tamaño no determina la capacidad de producción. Todas las madres pueden producir la cantidad necesaria si hay un estímulo adecuado.
- “Después de los seis meses, la leche ya no alimenta”
La leche materna sigue siendo una fuente relevante de nutrientes, defensas y factores de crecimiento incluso después del primer año.
- “Si el bebé llora mucho es porque la leche no lo llena”
El llanto no siempre indica hambre. Puede responder a otras necesidades (contacto, sueño, malestar) y no implica baja calidad de la leche.
- “No tengo suficiente leche”
La mayoría de las veces es una percepción errónea. La succión frecuente es la clave para sostener y aumentar la producción.
- “Estar resfriada impide amamantar”
Salvo en casos excepcionales, no solo se puede amamantar estando enferma, sino que es recomendable: la leche transmite anticuerpos protectores.
- “Si el bebé toma fórmula o mamadera una vez, rechaza el pecho”
No necesariamente. Muchas lactancias mixtas o recuperadas funcionan bien con acompañamiento.
- “La leche es muy aguada y no alimenta”
La leche varía en apariencia y composición a lo largo de la toma, pero siempre aporta lo que el bebé necesita.
- “Amamantar debería ser fácil si se hace con amor”
La lactancia puede ser desafiante, incluso en contextos de deseo y motivación. El amor no reemplaza la necesidad de apoyo técnico y emocional.
- “Después de algunos meses, la leche se corta sola”
La producción se regula por la demanda. Si el bebé sigue mamando, la leche continúa.
- “Volver al trabajo impide seguir amamantando”
Con organización, extracción de leche y asesoramiento, muchas mujeres logran compatibilizar lactancia y trabajo.
“La mayoría de las mujeres puede amamantar, pero muchas veces se enfrentan a obstáculos que no tienen que ver con su cuerpo, sino con la falta de información, de tiempo o de apoyo. Si una madre no recibe la ayuda adecuada, lo más probable es que abandone, no porque no quiera, sino porque se sintió sola”, agrega Ruffolo.
Acompañar a las familias con información clara, escucha activa y apoyo concreto es esencial para sostener una lactancia saludable. El acceso a profesionales capacitados —pediatras, puericultoras, nutricionistas, obstetras y psicólogos— puede marcar la diferencia entre una experiencia positiva y una experiencia atravesada por el estrés o la frustración.