Abogada de formación, escritora por vocación. Patricia Ibárcena (Barcelona, 1996) dejó atrás una carrera jurídica prometedora para dedicarse a lo que realmente la movía desde adolescente: inventar mundos y darles voz a personajes complejos.
Con Hijos dorados, su debut dentro del género Dark Academia, sorprendió a lectores en España y Latinoamérica, y ahora regresa con Sanctas: Estudio de una mentira, una novela más ambiciosa y oscura, donde la fe y el misterio son el corazón de la trama.
Patricia estará de visita en Argentina. Este miércoles 17 de septiembre, a las 17:30hs, participará de una entrevista en el Ateneo Grand Splendid (CABA), en la cual hablará de su novela debut y lo que se viene con Sanctas, a publicarse en noviembre (publicado por Urano World).
Las preguntas correrán a cargo de Barby Drewsen (@booksbyselina) y Sol Di Giorno (@sol.reviews). Además, habrán sorteos, juegos y otras actividades abiertas al público general.
Antes de su desembarco en el país, la autora conversó con Vía País sobre su recorrido personal, la fascinación por el Dark Academia y la construcción de un universo literario que mezcla obsesiones intelectuales con dilemas morales y dramas internos.
De la abogacía a la literatura
El salto de la abogacía a la escritura no fue sencillo. “El momento de dejar mi profesión fue complicadísimo. Pasé semanas muy difíciles repitiéndome siempre la misma pregunta: ¿vas a dejar una seguridad, una estabilidad, un trabajo que te gusta por un sueño que no sabes si se va a cumplir?”, recuerda.
Al final, ganó la escritura. “Yo quería ser escritora desde adolescente. El Derecho vino después. Y me pregunté: dentro de 30 años, ¿qué quiero pensar? ¿Que lo intenté o que no lo intenté? La respuesta estaba clara: quería intentarlo”, asegura.
Aun así, su formación sigue presente en su narrativa: “La carrera y el despacho en el que trabajé me enseñaron valores que aplico hoy en día: esfuerzo, constancia, dedicación”.
En Hijos dorados la influencia del Derecho es evidente: los protagonistas son estudiantes de esa disciplina y todo el trasfondo bebe de su experiencia profesional.
Dark Academia: obsesiones y límites morales
Ibárcena no solo se reconoce dentro del Dark Academia, sino que lo reivindica con entusiasmo. “Me siento muy cómoda con esta etiqueta porque yo misma me la he puesto”, confiesa. La autora descubrió el género en 2022, leyendo Todos somos villanos de M.L. Rio, y asegura que fue “como un clic”.
“Como lectora, me dio todo lo que estaba buscando en un libro. Después vinieron El secreto de Donna Tartt y Babel de R.F. Kuang, y ya no tuve dudas: quería escribir en este género”, dice con seguridad.
Para ella, el atractivo está en cómo la obsesión guía tanto a personajes como a lectores: “Cada libro de Dark Academia coloca el conocimiento como centro: si lees Todos somos villanos, aprenderás sobre Shakespeare; si lees Babel, sobre gramática y traducción; si lees Hijos dorados, sobre Derecho. Y todos empujan a los personajes a cuestionar los límites de la moralidad”.

De Hijos dorados a Sanctas
La idea de su primera novela nació en un viaje a Perú, en Machu Picchu. Allí le hablaron del mito de El Dorado y pensó en hacer una historia de estudiantes que competían por una beca.
“Al principio pensé en la arqueología, pero acabó derivando en el Derecho, que era lo que vivía en ese momento”, rememora. “Desde el inicio tuve claro que serían cinco personajes enfrentados, con secretos, traiciones y un misterio que lo envolviera todo”.
El recibimiento la sorprendió. “No me esperaba que tanta gente lo leyera y lo recomendara”, confiesa la autora. “Para mí, lo más valioso es que el libro se transmite de persona a persona, que alguien venga a una firma y me diga: me lo recomendó un amigo, mi madre, mi pareja. Eso es un regalo enorme”.
Con Sanctas, en cambio, se propuso un desafío mayor. “Si Hijos dorados es una novela introductoria al Dark Academia, Sanctas es el género hecho mío", sentencia. “Es más oscura, más ambiciosa en cuanto a temas y mucho más dolorosa junto a los personajes”.
Lo que quería explorar en este nuevo libro era la fe, cuenta Patricia. Por qué creemos, cómo interpretamos la fe y hasta qué punto una sociedad puede ser manipulada por una institución sin darse cuenta.
Método, documentación y psicología
Si algo define su proceso de escritura es la organización. “Soy escritora mapa: planifico todo. Me gusta sentarme a escribir sabiendo exactamente qué voy a escribir ese día. Luego siempre puede haber sorpresas, pero dentro de un esquema previo”, cuenta Ibárcena.
La documentación también es clave. En el Dark Academia siempre hay una obsesión intelectual que se convierte en el motor de la historia. En Hijos dorados fue el Derecho. En Sanctas no lo puede revelar porque sería un spoiler, dice, pero también fue central. “Para mí documentarme es un placer: cada novela es una oportunidad para aprender”, agrega la escritora.
Ese aprendizaje va de la mano con la profundidad psicológica. “Sí, hay misterios externos, pero lo que más me interesa son los dramas internos”, confiesa. “Me gusta ahondar en la mente de los personajes, en sus contradicciones, en ese punto en que la obsesión los desborda”.
Influencias y futuro
Como lectora, sus primeras marcas vinieron de la fantasía juvenil. Laura Gallego fue clave para ella, con Memorias de Idhún y Crónicas de la Torre. Después vinieron sagas como Los juegos del hambre, Crepúsculo o Harry Potter, que la construyeron como lectora. Más tarde, los autores de Dark Academia terminaron de moldear a la Patricia escritora.
¿Y qué viene ahora en su carrera? “Sé que habrá una tercera novela, pero aún no sé de qué va a tratar”, explica. “Lo único claro es que no tendrá nada que ver con Hijos dorados ni con Sanctas. Será un camino distinto, con otra temática, otra investigación detrás”.
A poco más de un año de su debut, Patricia Ibárcena se ha consolidado como una de las voces jóvenes del Dark Academia en español. Sus novelas no solo invitan a sumergirse en tramas oscuras y obsesivas, sino que también obligan a mirar hacia adentro: a cuestionar lo que creemos, lo que deseamos y lo que estamos dispuestos a arriesgar.
“La escritura siempre estuvo antes que el Derecho”, dice. Y con la fuerza de esa certeza, Ibárcena sigue construyendo un universo literario en el que las pasiones humanas se cruzan con los laberintos del conocimiento.