La manifestación en defensa de los jubilados que a las 17 horas iba a realizarse en la vereda del anexo de Diputados, frente al Congreso y sobre la avenida Rivadavia, no pudo realizarse por el agresivo operativo de seguridad que impidió llegar a los manifestantes.

Las fuerzas de seguridad desplegadas por la ministra Patricia Bullrich evitaron, con el lanzamiento de gases y balas de gomas y la intervención de carros hidrantes y motos, que los jubilados con el apoyo de hinchas de clubes de fútbol y sindicalistas pudieran llegar al anexo del Congreso.
Los incidentes se multiplicaron más allá de la zona del Parlamento, hasta llegar a la Plaza de Mayo, a unas quince cuadras. Por la noche se informó que, en total, se detuvo y aprehendió a un centenar de personas. También se dio a conocer que hubo unos 50 heridos, entre policías y manifestantes: hay dos de gravedad. La imagen de una anciana con bastón siendo golpeada en la cabeza por un policía reflejó la brutalidad de lo ocurrido.
Cronología de una tarde atroz
A las 15.30, las fuerzas de seguridad desplegadas por Bullrich ya saturaban los alrededores del Congreso. El triple cordón de Gendarmería y Policía Federal se apostó temprano frente a la plazoleta, que da al Parlamento. La cantidad de efectivos, en un principio, duplicó a los manifestantes. “¡Ustedes están cortando la calle!”, le gritaba un hombre con la camiseta de Chicago a los policías. A la Policía Federal, Gendarmería y Prefectura, el ministerio de Seguridad sumó la Policía de Seguridad Aeroportuaria. La policía porteña también integró el operativo.

A las 16, la avenida Rivadavia, en su cruce con Callao, fue cortada por los manifestantes. En un movimiento rápido y sorpresivo, los hinchas dejaron la plazoleta frente al Congreso para tomar la calle, ante los efectivos de Prefectura, que quedaron inmóviles.
A las 16.15, liberada la vereda del anexo, los cordones de seguridad empezaron a avanzar hacia las esquinas de Rivadavia, para aislar a los manifestantes.
Pocos minutos después, la policía tiró los primeros gases en el cruce de Rivadavia y Callao.

Con el anexo del Congreso aislado, la mayoría de los manifestantes quedó del lado de la Plaza de los Dos Congresos. “¡Vayan a Bahía Blanca!”, fue un grito repetido de los manifestantes a los policías.
Los carros hidrantes y las motos entraron en acción pasadas las 16.30, sobre Callao y Rivadavia.
A las 17, el avance de las fuerzas de seguridad contra los manifestantes transcurrió por toda la avenida de Mayo, en dirección a la 9 de Julio.
Ya para las 18, toda el área a la redonda del Congreso era un caos cubierto por las nubes de gases y el estruendo de las postas de goma. Varios contenedores fueros quemados, en el retroceso de los manifestantes. En Avenida de Mayo y Santiago del Estero quedó un móvil de la policía porteña dado vuelta, incendiado. También fue quemada una moto policial.

El tránsito vehicular, contra lo pretendido por el Gobierno nacional, debió ser cortado el avance, a modo de “barrido” de los cordones de seguridad.
Los incidentes se multiplicaron en varios puntos del macrocentro
Algunos manifestantes, corridos por el operativo de seguridad, siguieron por la avenida de Mayo hasta llegar a la Plaza de Mayo. Impensable dos horas antes, cuando todo se concentraba en un acto frente al anexo de Diputados, los incidentes, con menor magnitud, se reprodujeron frente a la Casa Rosada y el Ministerio de Economía.
La Casa Rosada fue rodeada por gendarmes. La Policía Federal alineó un cordón frente al Cabildo. También se dispararon gases y balas de gomas para disuadir a los manifestantes de llegar la Plaza de Mayo. El operativo de saturación del Congreso, se trasladó a la histórica plaza, a unas veinte cuadras.
La orden fue clara: impedir que los manifestantes, por más pocos que fueran, se agruparan en la plaza para llevar su reclamo a la Casa Rosada.
El reclamo de los jubilados
Todos los miércoles se reúnen frente al Congreso grupos pequeños de jubilados, para protestar por el ajuste severo del Gobierno nacional a las pensiones y jubilaciones. El bono de 70 mil pesos lleva un año congelado y se estima que debería ser actualmente de más de 150 mil pesos.

El gobierno nacional había anticipado la aplicación del protocolo antipiquetes, a lo que sumó la amenaza de endurecer el derecho de admisión a los campos de fútbol para los hinchas que participen en eventuales disturbios callejeros. Sin embargo, según pudo verse, entre los grupos de detenidos en las veredas de la Avenida de Mayo, pocos llevaban una camiseta de fútbol o reunían “el arquetipo” del barrabrava.
La represión ocurrida hace dos miércoles motivó que la semana pasada un grupo de hinchas se acercara para solidarizarse con los jubilados. La convocatoria de hoy fue ampliada a todas las hinchadas. También se solidarizaron distintos sindicatos y la CGT, si bien no convocó a movilizar, expresó su “acompañamiento”.
“A los jubilados no se les pega”, se escuchó a un hincha, al comienzo de los incidentes. La manifestación arrojó una mezcla inusual de camisetas de distintos clubes de fútbol, algo que solo puede verse en un partido de la Selección Nacional, con banderas de algunos partidos de izquierda y sindicatos como ATE y Judiciales.
“Somos hinchas normales, autoconvocados, nada de barrabravas”, se definió un joven con la camiseta de Excursionistas.
Pasadas las 20 horas, en algunos barrios porteños y del conurbano sonaron cacerolas en protesta al operativo de seguridad ordenado por Bullrich.