Cientos de inmigrantes atraviesan todos los días la selva más peligrosa de Latinoamérica: el Tapón de Darién, que se extiende por 575.000 hectáreas de frontera entre Colombia y Panamá. Haitianos, cubanos y venezolanos, en su mayoría, se embarcan en una peligrosa travesía en busca de un futuro mejor en Estados Unidos.
Los obstáculos son tan terribles como variados. Mujeres, hombres y niños que cruzan la densa selva tropical sufren asaltos -más de uno en ocasiones-, violaciones y muchos son asesinados. La presencia de los narcotraficantes del Cartel del Golfo también representa uno de los grandes peligros.
Por supuesto, las inclemencias naturales no faltan: elevadas temperaturas, ríos caudalosos, serpientes venenosas y el ataque de animales salvajes. Saben que el panorama es aterrador pero la desesperación por escapar de la realidad de sus países los lleva a arriesgarlo todo para alcanzar su objetivo: llegar a los Estados Unidos.
Cómo es el trayecto para cruzar la Selva de Darién
La gran mayoría de los migrantes parten hacia la travesía desde Necoclí, en Colombia, un pequeño puerto marítimo de la región de Antioquía. Otros, deciden embarcarse desde la zona de Turbo, algunos kilómetros más al sur. En estos lugares, contratan a los “coyotes”, personas que forman grupos y los guían en el recorrido a través del Darién. El costo depende de la nacionalidad de los migrantes.
Desde el muelle de Necoclí cruzan en lanchas el Golfo de Urabá hacia el río Acandí para llegar a Capurganá o directamente a Carreto. La diferencia tiene que ver con la lancha que decidan tomar: la más económica los deja en el primer destino; la rápida y más cara, en el segundo.
Tanto desde uno como de otro, el recorrido sigue de a pie, y comienzan los peligros. En esas zonas suelen robarles la mercadería que llevan para sobrevivir los días que dure el viaje, dinero y pertenencias. Incluso pueden estar en medio de tiroteos para defenderse del Cartel del Golfo.
El panorama no mejora con el correr de los días, por el contrario tal vez encuentren cadáveres debajo de ramas y barro, y verán a otros integrantes del grupo desaparecer en las corrientes del río.
El recorrido consta de varias lomas grandes, pero la peor es la llamada “Loma de la Muerte”. En ese lugar ven las peores atrocidades: sufren los segundos asaltos, más violentos. “Ahí violaron a varias mujeres y mataron a un haitiano con un tiro en la cabeza porque dijo que no tenía dinero”, contó uno de los migrantes que logró atravesar la selva.
“Frontera Panamá-Colombia” dice el cartel con el que se topan quienes finalmente cruzan el Tapón de Darién. Después, llegan al pequeño poblado panameño llamado Bajo Chiquito: allí los reciben y los anotan, pero el registro nunca está compuesto por todos los que salen de Necoclí.
La ruta alternativa
Hay una ruta alternativa que, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), es la más elegida actualmente. Se trata de ir por el Pacífico, pasando por las ciudades Tumaco y Juradó en Colombia y llegando a Jaqué, Panamá.
De cualquier manera, también hay zonas altamente peligrosas. Santiago Paz, representante de la OIM en Panamá, explicó: “La travesía (por el Pacífico) entre Colombia y Panamá debe hacerse por mar, en embarcaciones pequeñas que normalmente no están adaptadas a la cantidad de personas migrantes que transportan”, esto, como es de esperarse, genera más riesgos de naufragios.