Un trastorno poco conocido, pero cada vez más diagnosticado, está llamando la atención de especialistas en salud digestiva: se trata del sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado, más conocido como SIBO (por sus siglas en inglés). Esta afección se produce cuando bacterias que no deberían estar presentes en el intestino delgado proliferan de forma anormal, generando una amplia variedad de síntomas gastrointestinales.
Aunque puede parecer algo pasajero o confundirse con molestias comunes, el SIBO puede derivar en malnutrición, pérdida de peso e incluso afectar al sistema nervioso si no se trata a tiempo.
¿Qué es el SIBO y por qué se produce?
El intestino delgado es una parte clave del sistema digestivo, donde se absorben los nutrientes esenciales. A diferencia del colon, este sector normalmente contiene pocas bacterias gracias al movimiento constante de los alimentos y la presencia de bilis. Sin embargo, cuando este tránsito se ve alterado, ya sea por una cirugía, una lesión o enfermedades crónicas como la diabetes o el Crohn, el ambiente se vuelve propicio para el desarrollo bacteriano indebido.

Estas bacterias pueden producir toxinas, alterar la digestión y provocar síntomas como hinchazón, náuseas, diarrea, pérdida de apetito y hasta malabsorción de vitaminas.
Síntomas frecuentes y señales de alerta
El sobrecrecimiento bacteriano puede manifestarse con una variedad de síntomas que suelen confundirse con otras afecciones intestinales. Algunos de los más comunes son:
- Dolor o molestia abdominal
- Sensación de saciedad temprana
- Náuseas y distensión abdominal
- Diarrea persistente
- Pérdida de peso involuntaria
- Malnutrición y fatiga crónica
Ante la persistencia de estos signos, especialmente si hay antecedentes de cirugía abdominal o enfermedades intestinales, es fundamental consultar a un profesional de salud.

Riesgos y complicaciones asociadas
Si el SIBO no se trata adecuadamente, puede generar complicaciones serias:
- Deficiencia de vitaminas: principalmente B12, A, D, E y K.
- Malabsorción de nutrientes: especialmente grasas y proteínas.
- Osteoporosis: por deficiente absorción de calcio.
- Cálculos renales: debido a desequilibrios minerales.
- Neuropatías: por falta prolongada de vitamina B12.
Además, el daño crónico en la mucosa intestinal puede afectar otras funciones del sistema digestivo, deteriorando progresivamente la salud general del paciente.
Tratamiento y prevención
El tratamiento más frecuente incluye antibióticos específicos para reducir la carga bacteriana, aunque en algunos casos puede requerirse cirugía si hay malformaciones o adherencias intestinales. También se puede indicar una dieta específica, supervisada por especialistas, para evitar la fermentación excesiva de ciertos alimentos.
Detectar el SIBO a tiempo mejora notablemente el pronóstico. Por eso, la recomendación principal es no subestimar los síntomas digestivos persistentes y acudir a una consulta médica ante cualquier sospecha.