La hembra de elefante Mara dejó su última morada en el barrio porteño de Palermo, llegó a Misiones, cruzó este lunes el paso fronterizo de Puerto Iguazú y mañana miércoles finalizará su viaje de 2.750 kilómetros al santuario de paquidermos en Mato Grosso, Brasil.
Llegó muy tranquila en su jaula hasta el Puente Internacional Tancredo Neves y un rato después comenzó a respirar un aire brasileño que ya será definitivo en su azarosa vida de más de medio siglo.
Mara lo hizo y luego de 49 días cerrado en prevención del coronavirus, el paso fronterizo se abrió para ella. Tiene entre 50 y 54 años y se aguarda que desde este miércoles descanse en el Santuario de Elefantes de Brasil.
Una caravana acompañó al trailer sobre el que viajaba el animal de 5,7 toneladas, tres metros de altura y cinco metros de largo. En Brasil viaja a Mato Grosso custodiada por la Policía Rodoviária Federal.
El traspaso a Brasil contó con la presencia del cónsul argentino, Roberto Ramón Lafforgue, y del directos de Asuntos Internacionales de la Prefectura de Foz do Iguaçu, Jihad Abu Ali.
El nuevo hábitat de Mara, donde la esperan las dos elefantas asiáticas Rana y Maia, es un ecosistema propio de 1.100 hectáreas en la Chapada dos Guimaraes, en el estado de Mato Grosso, según la agencia española EFE. Como ellas, estas dos fueron rescatadas de una triste vida en circos brasileños.
Mara nació en cautiverio en India y luego fue adquirida por un zoológico alemán. En 1970, la compró el Circo África, de Uruguay, fue vendida al argentino Circo Sudamericano, que tras su quiebra la donó al Zoológico de Buenos Aires, el actual Ecoparque de Palermo.
En el camino, informó Portal da Cidade, la elefanta no podrá salir de su jaula en resguardo de su salud. Un equipo técnico se ocupa de su alimentación que consiste en unos 100 kilos de verduras, legumbres y pasto. En ese cubículo donde la transportan se espera que el animal padezca su última tortura en la Tierra.