Según el Feng Shui, las ventanas son los “ojos” de la vivienda: por ellas se renueva el aire, la luz y la energía vital, conocida como Chi. Mantenerlas limpias y abiertas permite que esa energía fluya, aportando claridad mental, vitalidad y bienestar. En cambio, los espacios cerrados, con cortinas pesadas o vidrios sucios, pueden asociarse a emociones de encierro o confusión.
Abrir las ventanas cada mañana, aunque sea por unos minutos, es una práctica que simboliza apertura y renovación. La luz natural tiene un efecto revitalizante: despeja la mente, eleva el ánimo y activa la circulación de energía positiva en el hogar.
El Feng Shui también sugiere prestar atención a la orientación. Las ventanas hacia el Este representan nuevos comienzos; las del Oeste promueven calma y reflexión; las del Sur estimulan la vitalidad y la expansión; y las del Norte invitan a la serenidad.

Pequeños gestos, como colocar plantas cerca de las ventanas o usar cortinas livianas en tonos suaves, pueden potenciar el equilibrio del espacio. En definitiva, cuidar las ventanas es cuidar la conexión entre nuestro interior y el mundo exterior: cuando la luz entra con libertad, también lo hacen la claridad y la alegría.



































