Los fondos adicionales de asistencia económica que el Gobierno distribuyó en las últimas semanas para amortiguar los efectos de la devaluación y la inflación comenzaron a presionar sobre los distintos tipos de cambio y disparó la cotización del dólar en todas sus variantes.
El dólar “blue” sumó la cuarta jornada de suba consecutiva en la City porteña y cerró a $ 788, lo que implica un alza de $ 43 en la semana, mientras en el interior del país volvió a pedirse $ 800 por unidad, tal como sucedió los días posteriores a la devaluación del 14 de agosto.
Similar presión se observó en la plaza financiera, donde pese a la intervención oficial el MEP trepó a $ 696,54 y el Contado con Liquidación (CCL) alcanzó los $ 814.
El clima adverso también alcanzó al mercado de bonos, con bajas en promedio de 2% que elevaron el Riesgo País a $ 2.460 puntos.
Los analistas económicos y financieros habían anticipado esta posible escalada de la divisa a partir del flujo de pesos que desde el Gobierno se volcó en la economía.
El resultado es un deja vu de la famosa frase que 1989 en plena crisis económica el por entonces ministro de Economía, Juan Carlos Pugliese, esbozó ante un nuevo fracaso de gestión: “Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”.
Algo similar le está ocurriendo al ministro de Economía, Sergio Massa, quien al anunciar el envío del proyecto de suba del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias en un acto flanqueado por los dirigentes de la CGT les pidió a los trabajadores: “Compren un autito, no me compren dólares”.
Pero las fuerzas de la economía no saben de sentimentalismo y cuando el dinero comenzó a circular por los bolsillos, aquellos con capacidad financiera volcaron excedentes a la adquisición de dólares.
Por ejemplo, las devoluciones del 21% en las compras ya alcanzaron a casi 11 millones de personas que recibieron $ 17.311 millones, lo cual de alguna manera jugó en contra de las pretensiones oficiales.
Pero además de los pesos sobrantes, los agentes económicos entienden que la presión sobre el tipo de cambio se acentuará en las próximas semanas y aceleran sus coberturas.
En este contexto el Banco Central compró US$ 3 millones y extendió a 33 ruedas consecutivas con saldo positivo en el mercado de cambios sumando unos US$ 530 millones en el mes.
Pese a esta dinámica, las reservas del Banco Central no logran recomponerse porque los dólares que obtiene la autoridad monetaria en el mercado de cambios los pierde interviniendo en el mercado financiero para evitar la disparada del MEP.
Agentes de mercado estiman que en las últimas ruedas se utilizaron unos US$ 50 millones, cuando previamente esa sangría se había logrado reducir a unos U$S 35 millones diarios.
Fuerte crítica del FMI
En medio de este complicado clima financiero, el Fondo Monetario Internacional (FMI) criticó el “plan platita”, avaló la devaluación y evitó confirmar la auditoría de noviembre de la cual depende un desembolso clave por US$ 2.500 millones.
Lo hizo a través de la vocera del organismo, Julie Kozack, durante una conferencia de prensa en Washington, de la que este medio participó en forma virtual.
En su habitual estilo diplomático y encriptado, Kozack advirtió que las medidas del gobierno “suman desafíos”, en una clara señal de que aumentan el gasto público, algo fuertemente criticado por el FMI.
Además, señaló que “están estudiando las medidas” y la “necesidad de tomar acciones de compensación”, que no es ni más ni menos que recorte de gasto en otras áreas o aumento de impuestos.
La portavoz afirmó que “el paquete de políticas acordado en la última revisión, la quinta y la sexta, tenía el objetivo de salvaguardar la estabilidad a través de la reconstrucción de las reservas, restablecer el orden fiscal y proteger a los más vulnerables”.
En ese contexto, expresó el aval del FMI a la devaluación que se produjo tras las elecciones PASO: “La revisión del tipo de cambio junto con una política monetaria y fiscal restrictiva son componentes esenciales del programa”, indicó Kozack.
Tras la devaluación que disparó la inflación, el Gobierno lanzó una batería de medidas de asistencia económica hacia los sectores más vulnerables. El FMI no se refirió a las consecuencias sobre los precios que provocó la modificación del tipo de cambio.
“La situación económica de la Argentina sigue siendo muy difícil y compleja; la inflación es muy alta y sigue aumentando; los colchones de reservas son bajos y las condiciones sociales son frágiles”, Kozack.
Consultada sobre cuándo se realizará la próxima revisión, la portavoz dijo que “aún es demasiado pronto” para fijar una fecha. No obstante, esa auditoría resulta relevante porque está en juego el desembolso de US$ 2.500 millones que calza con los vencimientos de octubre y noviembre.
La revisión debiera iniciarse entre la primera vuelta electoral y la fecha de un eventual balotaje para que el giro de dinero pueda utilizarse para pagar los vencimientos. Pero el calendario aceptado por ambas partes genera más incertidumbre.
Acerca de la dolarización insistió en que es un programa que necesita de una serie de etapas previas, pero al mismo tiempo reconoció que es facultad de cada país soberano manejar su tipo de cambio.
A su vez, reitero que la dolarización no reemplaza a “buenas políticas macroeconómicas”.