Si bien los indicadores industriales sugieren que la actividad económica habría comenzado a rebotar en julio y el poder adquisitivo de los salarios estaría ingresando en una etapa de recomposición, esa mejora aún no permeó al consumo doméstico que sigue deprimido y marcando nuevos mínimos.
Así lo revelaron recientes indicadores de ventas en supermercados y cadenas de proximidad, a los que se suman datos que muestran que el despacho de carne vacuna durante el mes pasado fue la más baja en 26 años.
Un informe privado reveló que en julio las ventas en las principales cadenas y en los locales de barrio se desplomó 16.1% frente al mismo mes del año pasado.
Este desplome es el más fuerte de los últimos tres años y se verifica por igual en los grandes retalis como en los establecimientos de barrio, siendo más pronunciada en el interior del país, según definió la consultora Scentia.
Si se evalúan los primeros siete meses del año, la merma en el consumo masivo es de 9,6% comparando con el mismo período del año pasado.
Cabe apuntar que el primer semestre del año registró una caída de actividad económica superior al 3% con un consecuente impacto en los niveles de empleo y salariales.
¿Rebote real?
Datos privados ya divulgados sugieren que en julio, algunas ramas industriales y segmentos de la construcción, comenzaron a exhibir subas intermensuales que se suman a energía y agro que ya traían una dinámica positiva por factores propios.
Esto le permitió al presidente Javier Milei afirmar en recientes apariciones públicas que “la economía ya está rebotando”, pero con la habilidad de no referirse a los deprimidos niveles de consumo.
De acuerdo al trabajo de la consultora, los productos que más sufrieron en julio fueron bebidas con y sin alcohol, que experimentaron retrocesos de 25,2% y 23,7%. Otro segmento que registró un impacto fortísimo fue el de higiene, cosmética y limpieza con caídas entre 18 y 20%.
El análisis de las primeras dos semanas de agosto anticipa que la dinámica no se modificó y las caídas son de hasta un 20%.
Este desplome se produce pese a que en el arranque de este mes los productos de primera necesidad se habrían mantenido estables.
El trabajo que realiza semanalmente la consultora LCG mostró que los precios de artículos esenciales subieron 1,2% en promedio. El resultado fue similar al que presentó la asociación Consumidores Libres, cuya canasta de 21 productos básicos registró un aumento de 1,5% en el mismo lapso.
Este escenario expresa que aún la estabilidad de precios no alcanza para que se reactiven las ventas en los canales minoristas, que son en definitiva los que traccionan la producción.
Fuerte caída de la carne
Otro dato revelador de la situación “de la calle” es la fuerte caída en el consumo de carne.
Un informe de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Cicra) indicó que el despacho al público cayó 14% en los primeros siete meses de 2024 con relación al mismo período de 2023 y se convirtió en el menor volumen vendido de los últimos 26 años.
Cicra precisó que en ese período se habrían consumido 1,248 millones toneladas, unas 205 millones de toneladas por debajo del período de comparación.
Este escenario se da en un contexto de relativa estabilidad de precios, ya que los valores en el mostrador exhibieron en julio un alza promedio de 1,4% contra un IPC general de 4%.
Cabe aclarar también que en esta caída influyen los cambios de hábitos en la alimentación de una buena parte de la población.
El impacto de la caída del poder adquisitivo tiene otro reflejo en la celebración del Día del Niñez, para el cuál las ventas se ubican por debajo de 2023.
Dado que las perspectivas del sector ya venían siendo débiles en los últimos días se intentó estimular la demanda con ofertas agresivas. Una simple recorrida de última hora por las principales cadenas de jugueterías y supermercados permite observar una catarata de propuestas de financiación y rebajas intentando captar las compras de último momento para salvar el fin de semana más fuerte del año.
Con la macroeconomía en vías de estabilización, el Gobierno busca acelerar la inversión empresarial para estimular la reactivación y por otro lado mejorar los canales de acceso al crédito.