Hoy se cumple un año de la peor tragedia marítima argentina en tiempos de paz y se continúa sin novedades concretas sobre el paradero del submarino ARA San Juan, con 44 tripulantes a bordo, que desapareció cuando iba de Ushuaia-Mar del Plata. Y no hay indicios para encontrar el buque, una de las principales armas de guerra del país.
El primer aniversario coincide con una mala noticia: vence el plazo contractual de 60 días y Ocean Infinity, la empresa contratada por el Ministerio de Defensa, dejará de buscar a la nave de la Armada. Al no hallar al submarino, la empresa no cobrará la recompensa de 7,5 millones de dólares. Los familiares dicen no tener certezas de cómo ni cuándo se retomará la búsqueda.
"Siempre hay esperanzas de encontrarlo. Hay antecedentes de submarinos que se han encontrado incluso muchísimos años después de haber naufragado", dijo anteayer a la prensa el ministro de Defensa, Oscar Aguad.
La mayoría de los familiares estará hoy en la Base Naval de Mar del Plata, donde habrá un homenaje a los tripulantes desaparecidos. En un principio estaba previsto que participen el presidente Mauricio Macri y el ministro Aguad. Una durísima carta de los familiares hacia el Presidente, abrió especulaciones sobre su presencia en el acto.
"Al Presidente le vamos a pedir una audiencia", avisó a La Voz/Los Andes, Daniel Polo, padre del submarinista Daniel Alejandro Polo. El presidente Macri se entrevistó dos veces con los familiares.
Un desenlace fatal
En un principio, la Armada informó que a las 0:30 del 15 de noviembre de 2017 se produjo el último reporte desde el ARA San Juan a la base de Mar del Plata, adonde debía llegar el 19. "Ingreso de agua de mar por sistema de ventilación al tanque de baterías N°3 ocasionó cortocircuito y principio de incendio en el balcón de barras de baterías", decía el reporte. "Baterías de proa fuera de servicio. Al momento de inmersión propulsando con circuito dividido. Sin novedades de personal mantendré informado", terminaba el parte comunicado desde la nave bajo el mando del Capitán de Fragata, Pedro Fernández.
Después trascendió que hubo una comunicación a las 7.30. En abril pasado, otra versión indicó que a las 7:19, el jefe de operaciones del ARA San Juan, Fernando Villarreal, comunicó al oficial al mando de la fuerza de submarinos, Claudio Villamide, que estaban a 40 metros de profundidad, propulsados por las baterías y evaluando los daños provocados por una tormenta.
Todo eso figura en la causa abierta en la Justicia Federal de Caleta Olivia, Santa Cruz. También se está analizando la veracidad del testimonio del suboficial de Comunicaciones, Rubén Espíndola, quien dijo haber receptado intentos de comunicación desde el submarino el 15 de noviembre a las 14.18 y a las 15 horas. Así lo declaró ante la jueza Marta Yáñez y ante la Comisión Bicameral que se conformó en el Congreso.
La desaparición del submarino construido a principios de los ‘80 en Emden, norte de Alemania, ganó los titulares internacionales.
Confirman la desaparición
El 17 de noviembre la Armada inició las “operaciones para retomar comunicaciones” con la nave, y desplegó el destructor “Sarandí” y las corbetas “Rosales” y “Drummond”. La búsqueda se concentró en un área a más de 400 kilómetros de la costa de Comodoro Rivadavia, donde fue la última posición informada por el submarino. Al día siguiente se pasó a la fase “SAR” (“búsqueda y rescate”). Se sumaron seis naves de guerra, dos buques oceanográficos y una aeronave de exploración de la NASA (Estados Unidos).
El 22 de noviembre, la Armada informaba que, además de 13 naves propias, estaban activos siete aviones y nueve navíos extranjeros. "Es un caso fáctico, lo tenemos que encontrar", decía el Capitán Enrique Balbi, exvocero de la Armada, ahora agregado militar en Washington.
"Hay algo que ni el ministro ni el presidente pueden decir. ¿Qué es? Que el acontecimiento es irreversible. Están todos, seguramente, fallecidos", opinaba la diputada Elisa Carrió el 26 de noviembre.
Para fines de ese mes, la Armada publicaba que "3.200 efectivos y el 90%" de sus "medios operativos" estaban afectados a la misión.
El 6 de diciembre se sumó el “Yantar”, un buque científico-oceanográfico de la marina rusa. Unos 28 buques, 9 aeronaves y 18 países involucrados en la búsqueda.
Trece días después pasaba a retiro el jefe del Estado Mayor General de la Armada, el almirante Marcelo Srur y en su lugar asumía el vicealmirante José Villán. El primer coletazo de la tragedia.
Una esperanza que se apaga
El verano seco en resultados provocó la retirada extranjera. El 2 de abril la Federación Rusa informó que el “Yantar”, el último navío foráneo en acción, quedaba desafectado.
En agosto, resultó adjudicada la estadounidense Ocean Infinity para continuar la búsqueda. A los familiares les resultó curiosa la modalidad de contratación: 7,5 millones de dólares a cobrar por la empresa solo si se encuentra la nave. El 7 de septiembre, el "Seabed Constructor" zarpó hacia la zona delimitada con cuatro familiares como veedores, más tres oficiales de la Armada como "observadores".
A mediados de octubre, Ocean Infinity informó que debía abandonar transitoriamente la búsqueda. Lo hará finalmente mañana. Y Aguad aseguró que se negociará con la empresa para que en febrero retome las operaciones.
Con una investigación judicial abierta, el Estado aún no dio una versión oficial del incierto final del submarino. La principal hipótesis que trascendió es una implosión por el ingreso de agua a las baterías. La Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, con Viena, Austria detectó a horas del último contacto del submarino, una señal acústica que podría hablar de la hipotética implosión.