Cintia Castillo tiene 37 años, es boxeadora y ha ganado tres cinturones en sus 18 años de carrera. La misma cantidad de años que lleva como empleada en un frigorífico de Córdoba. Hace 11, estas dos responsabilidades se mezclan con la maternidad en un día a día convulsionado, pero en el que prima el amor y el esfuerzo.
“La Panterita”, como la llaman en el mundo del boxeo, nació en una familia humilde, de barrio Almirante Brown. Su padre fue albañil y su mamá es ama de casa, el círculo se completa con 11 hermanos, todos con pasiones diferentes.
Su ingreso al deporte no fue nada sencillo, incluso comenzó a raíz de un robo, pero la pasión le permitió destacar y conseguir tres cinturones que defendió con firmeza. Cuando estaba a un paso de la profesionalización, se enteró que estaba embarazada de Martina.
En diálogo con Vía Córdoba, Cintia Castillo contó cómo fueron sus inicios, los desafíos del boxeo femenino, su periodo de embarazo y el regreso al ring.
EL INICIO DE SU CARRERA EN EL BOXEO
Cintia empezó a trabajar a los 18 años en un frigorífico, donde entraba a las 4 de la mañana. Un día, delincuentes la sorprendieron y le robaron lo poco que llevaba, una campera y las zapatillas. “Me acuerdo que tenía que ir a trabajar si o si, tenía que cuidar el trabajo. Así que le tuve que pedir prestadas las zapatillas a una de mis hermanas para poder ir, porque éramos una familia muy humilde”, dijo.
La situación la dejó paralizada hasta que una amiga le recomendó ir a aerobox, a un gimnasio cercano, para que aprenda a defenderse. “Entré, vi las bolsas colgando, a las chicas entrenando y dije ‘quiero ser como ellas’”, recordó.
Ese fue el inicio de la pasión, que comenzó como una necesidad y que se convirtió en parte de su vida. “Nunca pensé que iba a boxear, pero, sin darme cuenta, me fui enamorando de la disciplina, del deporte y de la seguridad que me transmitía”, manifestó.
Sin embargo, confiesa que les mintió a sus padres para comenzar porque temía que no la dejaran. Hasta que un día, tuvo que revelarles que la disciplina ya era parte de su vida: “Mi mamá me dejó, pero me dijo que me veía muy buenita. ‘No sé si vas a soportar un golpe’, me dijo, y esas palabras fueron las que me dieron más fuerzas. Tenía que demostrarle que sí iba a poder, que sí iba a soportar los entrenamientos, los golpes, la disciplina, las dietas. Desde ahí, no paré más y el boxeo se convirtió en un estilo de vida”.
TRES CINTURONES Y UN ORGULLO PARA EL BARRIO
Tras cuatro años de entrenamiento, Cintia disputó su primera pelea amateur. Fue en las instalaciones del club CIBI, donde la cordobesa se midió por primera vez con una rival. “En esa pelea yo pensaba que tenía que estar tomando mates con mi mamá. Nos pegamos tanto que tenía ganas de irme a mi casa, pero lo empaté y me di cuenta que me gustaba”, reconoció.
Y destacó: “Me gustó hacerle frente a lo complicado, a lo difícil, porque sé que puedo, que puedo ganarle, que tengo condiciones, que si alguien confió en mí es porque estoy a la altura, entonces, ahí arranqué”.
Y efectivamente, ahí comenzaron los triunfos. Tras 17 encuentros de amateur, Cintia consiguió el primer título provincial. “A los 22 años lo gané, lo defendí seis veces y lo mantuve en mi poder”, aseguró. El segundo, fue el título provincial de categoría Pluma, donde derrotó por knockout a su rival. El tercero, fue el de “Córdoba Cuna de Campeones”, con copa incluida.
“Los tres cinturones fueron recibidos con mucha alegría porque hacemos mucho sacrificio. Siempre fue el trabajo, la familia y la carrera deportiva en tercer lugar, porque no podía descuidar las dos primeras”, reconoció.
Ese balance y sacrificio era percibido por sus vecinos que siempre la reconocieron y reconocen como una deportista ejemplar. “La gente se encariñó mucho con mi historia. Ellos ven que me levanto temprano, trabajo, entreno y eso los impulsa a acompañarme. Incluso, mandan a sus hijos y para que puedan imitarme, como me dicen”, expresó.
Cintia y su marido -y entrenador-, Fabián, entrenan a una decena de chicos en el gimnasio social de Estación Juárez Celman. “Siempre decimos que una hora en el gimnasio es una hora menos en la calle; y ahí, podemos transmitir muchos valores y disciplina”, sumó.
LA LLEGADA DE MARTINA Y EL PARATE EN EL BOXEO
La carrera de Cintia iba en alza. Junto a Fabián estaban tramitando la profesionalización tras 35 peleas de amateur. “Me quedaba una licencia por sacar en Buenos Aires cuando me entero que estaba embarazada”, rememoró.
A sus 25 años y con la pasión por el boxeo bien clara, reconoció que lo primero que pensó fue en los años de trabajo que iban a quedar relegados para siempre. Sin embargo, su pareja puso paños fríos y le aseguró que iba a poder seguir arriba del ring. “La mejor etapa de mi vida fue cuando estuve embarazada. Todos me consentían, mi mamá sobre todo”, confesó.
Así fue como nació Martina quien mamó de chiquita la disciplina del deporte. “Cuando tuvo dos meses, volví a entrenar. La llevaba al gimnasio en el coche y así se fue criando. Después fue con el caminador, con el corralito y los juguetes”, acentuó Cintia.
Cuando Martina tuvo un año, “La Panterita” volvió a disputar una pelea. Amamantaba a la pequeña antes y después de cada encuentro, priorizando los cuidados y la salud de ambas. Pero nunca dejando de lado su pasión.
“Ella tenía miedo de que me peguen, pero yo quería que se criara viéndonos hacer esto. Me acuerdo que Marti tenía dos años, yo estaba por subir a pelear y me llamó para decirme que tenía fiebre, pero en realidad era que no quería que yo pelee. Hasta que, con los años, entendió que es una disciplina y un trabajo”, subrayó.
HIJA DE UNA SUPERHEROÍNA, CON INTENCIONES DE LLEGAR A SERLO
Rita Ledesma es la mamá de Cintia y sus otros 11 hermanos. “La Panterita” destaca el trabajo de la mujer en cada oportunidad que tiene, y no sólo le reconoce su trabajo sino la difusión de los buenos valores.
Cuando la mencionó, contó un recuerdo que la acompaña siempre: “Algunos días teníamos para comer, otros no, pero ella algo inventaba. Nos decía que nos preparaba un menú especial de lentejas, pero con el tiempo, nos dimos cuenta que en realidad era lo único que había en casa”, rememora.
Si bien los recursos eran pocos, Cintia reconoce que Rita y Martín, sus padres, siempre los criaron buscando la unión. “Aunque estuviésemos en la lona, estábamos juntos y así pudimos sobreponernos a muchas situaciones”, destacó.
Ahora, Cintia busca continuar el camino de Rita y fundar los mismos valores en Martina. Por eso, el esfuerzo diario por mantener un trabajo, la pasión por el boxeo y la maternidad, es inconmensurable.
“Con Fabián nos levantamos a las 5 para salir a correr y mantenerme en estado. Volvemos y nos preparamos para trabajar e ir a la escuela. A las 16 termino con mi trabajo y a las 17, tenemos la merienda sagrada con Martina. Después, entro al gimnasio y entrenamos hasta las 20, y me voy a Villa Gran Parque para dar clases. Vuelvo, vemos que Marti tenga las tareas y termina nuestro día”, detalló la deportista.
SER MAMÁ, BOXEADORA Y LABURANTE, UNA TAREA NADA SENCILLA
Cintia recalca que su familia es primordial para que ella pueda continuar con su pasión por el boxeo. Aunque, su minucioso calendario le permite cubrir y destacarse en cada una de las aristas.
“Cuando me enteré que estaba embarazada regalé todo, regalé la bata, el pantalón, y dije ‘voy a dedicarme exclusivamente a mi hija’. Pero, empecé a escuchar a la gente del barrio que me contaba que habían sido muy buenos deportistas, pero tuvieron familia y decidieron dejar todo. Así que me planteé el poder hacer las dos cosas, o por lo menos intentarlo”, enfatizó.
Esa premisa la impulsó a seguir y hoy lleva esas tres cosas como bandera. Si bien asegura que no encontró la fórmula mágica, destaca que hay cosas que le señalan que va por buen camino.
“Todavía sigo buscándole la fórmula. Pero Marti es un orgullo, es buena, amable, sus compañeros la quieren mucho y eso me genera mucha felicidad porque significa que estamos haciendo un buen trabajo”, manifestó.
Y agregó: “Es una fortuna para mí tener estas tres cosas. Muchas veces me pregunto ‘Cómo será ganar el título del mundo’ y esto es ganar el título del mundo. Llevar bien estas tres cosas: el trabajo, el boxeo y la maternidad”.
UNA CARRERA EN EL BOXEO QUE AÚN SIGUE INTACTA
“Voy a seguir hasta que el cuerpo me diga basta. Pero todavía tengo mucho para brindarle al boxeo porque quiero devolverle todo lo que me dio, a través de la enseñanza, de hablarle a los chicos que vienen en camino”, aseguró Cintia en relación a una potencial retirada del ring.
Recalca que otra de sus prioridades son sus alumnos y que ellos también la impulsan a continuar. “A ellos les gusta mucho que les hablen y buscan en el gimnasio una contención. Nos damos cuenta que, en muchos casos, están solos y necesitan que los escuchen, que los quieran y se les preste atención”, priorizó.
Y cerró: “Que los chicos vayan, miren, que me pregunten cómo empecé y si ellos pueden ser campeones, me hace sentir que siembro una semillita para que puedan tener un sueño. Eso también me hace sentir una Campeona Mundial”.