“Prefiero quedar como el que habla, antes que como un gil”. A lo Ricardo Caruso Lombardi, con ese estilo que a veces lo muestra como ampuloso o exagerado, el técnico de Belgrano advirtió que la visita a Barracas Central estaba envuelta en suspicacias y podía terminar en escándalo. Y así fue.
Porque Caruso puede parecer bocón, pero generalmente no habla sobre supuestos y sí se apoya en hechos concretos. Como apuntar a Nelson Sosa como a un árbitro malicioso, proclive a favorecer al local. Sobre todo si el dueño de casa además es el club de Claudio Tapia, el insólito presidente de la AFA.
Seguramente nunca en su discreta carrera a Nelson Sosa se lo nombró tanto como en la previa con microclima de Belgrano-Barracas. Y el pronóstico de Caruso se cumplió. Porque muchos dirán que el técnico abre el paraguas, pero también es cierto que, por ejemplo, se entera de los árbitros designados antes que los propios dirigentes. Y sabía que el arbitraje iba a incidir.
Incluso, aleccionó a sus dirigidos durante toda la semana, remarcando que no protesten, que no reclamen, que ni siquiera “miren feo”, porque el penal en contra y la expulsión iban a ser un riesgo latente en el Claudio Tapia, el estadio que lleva el nombre del “jefe” del fútbol argentino, que por su influjo logra que una mínima expresión futbolística como lo es su equipo, sea puntero de la zona en la Primera Nacional, con pretenciones de llegar a Primera. Y repugna que se termine imponiendo la inmoralidad.
Porque Belgrano puede ganar o perder, de hecho ya venció el año pasado y con Caruso como DT a este mismo adversario y en la misma cancha. Aún con los fantasmas. Pero queda la sensación de despojo. Por las expulsiones de Joaquín Novillo (la primera amarilla, mal sacada) y de Franco Negri, por la roja al técnico que explotó de impotencia y rabia, por el ingreso de barras al campo de juego: sí, de hinchas en las tribunas, cuando rige la prohibición de público en los estadios: Y el gol polémico en el epílogo de un tiempo de descuento que, según pensaría más de uno, se extendería hasta que Barracas convirtiera un gol.
Perdió Belgrano, y fue con escándalo, como se había preanunciado. Y poco podrán hacer incluso los dirigentes, porque sería ir contra la corriente en este fútbol decidida y tristemente contaminado. Mientras todos observan atónitos la manera con que se beneficia impunemente al club “bendecido”, como parte de un vil y vulgar comercio.