Por Matías Candoli
El cielo despejado. El sol pegando de lleno en el campo de juego de un Gigante de Alberdi que no lució colmado como en tardes anteriores pero que tuvo el calor de siempre con los hinchas de Belgrano. Ya desde el momento antes del pitazo inicial, los 25 mil hinchas le pidieron esa contraprestación a sus jugadores. "Nosotros alentamos, ustedes pongan huevos" y el equipo sintió el mensaje y salió a jugarle con todo a Independiente.
Desde los primeros minutos, el equipo intentó morder en todos los sectores aunque de juego, poco. Intentó presionar al Rojo en campo rival pero, en el primer tiempo, sólo llegó con un par de pelotas paradas con cabezazos de Lértora. Independiente se paró a tratar de imponer su juego de rotación, de movilidad y paciencia para manejar cada avance. Por momentos, los de Rojo tenían dominio territorial sin profundidad. Algunos intentos de Benítez de afuera y algún centro mal resuelto por Acosta fueron los avisos del equipo de Avellaneda.
Belgrano siguió mostrando su pobreza a la hora de las ideas futbolísticas y, aunque tuvo algunas intenciones desde los pies de Amoroso, Ortiz y Suárez, nunca tuvo profundidad. En el cierre del primer tiempo, Independiente tuvo las mejores ocasiones para irse ganando al descanso. Primero Acosta salvó a Belgrano y, en la última jugada de la etapa, luego de un corner el travesaño fue el aliado luego de un disparo del defensor Moreira. Y, con más dudas que certezas, el equipo local terminó la etapa.
Impulsado por el reiterado pedido de la hinchada para que pongan actitud, Belgrano salió decidido a jugar la segunda parte. Y la imagen mejoró. Aunque sea un poco. A los ocho, Ramis habilitó a Amoroso y el ex Newell´s definió al cuerpo de un defensor. La cara del equipo de Lavallén era otra. Sin ser una maravilla, los jugadores celestes las corrían a todas y compensaban un poco el toque que quería imponer Independiente.
A los 20 llegó la explosión en contra del árbitro Vigliano por una mano de Amorebieta luego de un disparo de Lértora en la puerta del área de Independiente. Y, a pesar de eso, el equipo siguió yendo al frente. Aunque sin suerte. A los 27, de una pelota aérea, prácticamente perdida, llegó la más clara ara Belgrano con Matías Suárez definiendo ante el arco casi vacío y Sánchez Miño salvando el gol. Parecía que el gol llegaba en cualquier momento.
Pero no llegó. Inclusive estuvo a punto de perderlo cuando, a los 47, llegó Gigliotti y se perdió un gol increíble. Pero no hubiera sido justo porque, sobre todo por lo que puso y trató de jugar, el Celeste no mereció quedarse con las manos vacías.
Y Belgrano, que sigue sin jugar bien, se tuvo que conformar con un empate que, contando las tituaciones de uno y otro, fue un resultado justo. Y los hinchas que llegaron a Alberdi despidieron al equipo sólo con tibios aplausos con más preocupaciones que certezas
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