Laburos difíciles: estrés sin anestesia

De las especialidades médicas, la anestesiología está en el podio de las más estresantes. La doctora Mónica Palavecino describe cómo se vive para eliminar los dolores.

Laburos difíciles: estrés sin anestesia
Laburos difíciles

Por Fabricio Esperanza.

Aplicando la ciencia, el ser humano fue logrando en el transcurso del tiempo avances increíbles, casi rozando lo milagroso. Por ejemplo, que una persona sea operada durante horas, que se le extraigan órganos, o que coloquen dentro de su cuerpo prótesis para mejorar la calidad de vida; y que en ese proceso quirúrgico y aun después, no sienta absolutamente ningún tipo de dolor, aunque le hayan hecho tantas suturas como a un saco de tercera mano. Eso es posible gracias a la anestesiología, una especialidad de la Medicina que figura entre las más estresantes.

La doctora Mónica Palavecino, una profesional cordobesa de 54 años, se desempeña en dos establecimientos de nuestra ciudad y le contó a Día a Día lo bueno, lo malo y lo difícil de su trabajo, en una charla sin anestesia.

–¿La anestesiología es tan estresante como se dice?

–Sí, es así. Estadísticamente se encuentra dentro de las profesiones que más estrés generan, por muchas razones. En principio, porque nuestra profesión consiste en bloquear la conciencia del paciente, asemejando su dormir natural, evitando el dolor y permitiendo que el cirujano realice el procedimiento con todo lo que eso conlleva. La esfera de conocimiento de un anestesiólogo es amplia, abarca desde la interpretación de estudios (radiografías y laboratorio), enfermedades previas o alergias. Aparte no es lo mismo un fumador, que un obeso o un trasplantado.

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–¿Y de esas variables se toman decisiones de las que depende la vida del paciente?

–Ese es el punto. Lo estresante de esto, es que nosotros tenemos un margen de error... te diría cero. En cuanto a los factores que se incluyen en la decisión de las drogas y las dosis, son múltiples, pero dependen la edad, el peso, la altura, la patología que trae, si es una urgencia, si es una cirugía programada. Por eso, casi en el 100 por ciento de los casos, vemos previamente al paciente para disminuir lo que llamamos comorbilidad.

Se decía que era la especialidad de menos contacto con el paciente. ¿Esto cambió?

–Ya no es así. Antes pasaba un poco eso, de que el anestesiólogo estaba dentro de un quirófano, no se le veía la cara y no hablaba con el paciente hasta que llegaba a la sala de operación. Ahora el anestesiólogo salió de la sala, de manera que ve al paciente en un consultorio, se le hacen interconsultas y hay anestesia para estudios o procedimientos que se realizan fuera de un quirófano. Y lo que decía recién de la etapa de la preanestesia, donde se habla con la persona y se le explica lo que le va a pasar: no es lo mismo un bloqueo que una anestesia general, por ejemplo. Tratamos de lograr una confianza, hablamos incluso de sus cosas, hacemos un poco de psicólogos bajando la ansiedad y contestando preguntas naturales que surgen, lo acompañamos a quirófano y pasada la intervención lo despertamos y lo seguimos al postquirúrgico.

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–¿Cuando una operación se complica al primero que se le apunta es al anestesiólogo?

–Pasa eso a veces, y es otro factor que genera tensión y estrés en el profesio- nal, nosotros tenemos un chiste: “Si sale todo bien, gracias a Dios y a las manos del cirujano; si sale algo mal, pregunten al anestesiólogo”.

–¿Por qué elegiste esta profesión si hay tantos factores de presión?

–Yo estudié Medicina para hacer psiquiatría de niños y adolescentes, pero pasé por una situación que me afectó mucho y me di cuenta de que no estaba preparada para eso. Me fui a una especialidad diferente que me gustó muchísimo, te digo más, la consideré un arte.

–La parte buena del asunto...

–Pensá que hay cirugías de 10 horas, y durante todo ese tiempo hay que mantener a la persona en las condiciones necesarias para que los cirujanos operen sin que sufra dolor, y que se despierte una vez que todo haya terminado sin haber siquiera sido consciente de eso.

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–Otra buena es que nunca los demandan por olvidarse una tijera dentro del paciente.

–¡Jajaja, nooo, por eso sí que no! Es estresante, no hay dudas. Tenemos altísimos índices de infartos y otras dolencias, incluso divorcios. Pero se trata de una profesión increíble. Además, es una de las especialidades en las que la ciencia más avanzó, tanto en drogas como en aparatología, y eso hace que se incremente notablemente la seguridad.