Por Jorge Luna Arrieta
Violencia de género. Femicidios. Nos duelen. ¿Nos duelen? Hay que hacernos esta pregunta. Y la respuesta es clave para darle lucha a una problemática por muchos subestimada. Un grupo de mujeres, desde distintos lugares del arte, unió sus diversas sensibilidades para darle vida a una puesta en escena multidisciplinaria llamada Cuerpo de mujer, peligro de muerte. La misma se podrá ver este sábado, en el Teatro Real, desde las 21, con entradas a 180 pesos.
Bajo la dirección de Cheté Cavagliatto y textos Ana Guillermina Yukelson, las artistas le dan vida a esta producción. Entre ellas, la actriz Josefina Rodríguez, que habló con Día a Día.
–El nombre de la obra es fuerte; supongo que a propósito.
–Sí; quisimos ser muy claras. El trabajo es sobre femicidios y nos centramos en los casos de 2016 en Córdoba. Lamentablemente, siguen creciendo los casos, año a año. Nace del interés de Cheté, que nos fue convocando. Primero hicimos un trabajo fuerte de estudio y conceptual. Después, convocamos a periodistas como Patricia Cravero y Laura Giubergia, que nos hicieron un relevamiento de casos, lo que nos permitió tener un panorama sobre las distintas formas que tomó el femicidio y la violencia de género.
–Duele ver esos casos, pero ¿te sorprendió alguno?
–También trabajo en radio y estoy en contacto con lo periodístico. Pero como grupo nos sorprende y, al mismo tiempo, se confirma que el femicidio y la violencia de género no pertenecen a una sola clase social. Es de gente que es ignorante o es educada, o está en el campo o en la ciudad. En diferentes lugares y en distintas condiciones sucede lo mismo: el único requisito para que todo esto suceda es ser mujer. También hay un proceso de aprendizaje fuerte, en ese sentido. No sólo de lo que uno aprende haciendo en escena, sino que el tema nos lleva a reflexionar sobre algo tan actual que todo el tiempo nos obliga a repensarnos. Somos un equipo de todas mujeres. Fue una decisión política, si se quiere.
–¿Y, ahí, la mirada de un hombre por qué no?
–No es un por qué no, sino porque somos nosotras las que ponemos el cuerpo. Las víctimas son mujeres. La voz del hombre es la que prevalece en la sociedad, en la cultura, en el arte, en la educación. Es por eso que ahora se empieza a generar el otro lugar que se tiene que hacer la mujer para poder hablar del tema. De todas maneras, sí tuvimos mucho cuidado sobre cómo trabajamos respecto del hombre porque la idea no está pensada en solo un señalamiento, ni busca ser violenta. Queremos trabajar desde la conciencia, la reflexión y no imponer un discurso violento para hablar de violencia. Queremos abrirnos desde el corazón, desde el arte, desde la sensibilidad que nos genera para hablar de este tema que es cultural y social. Nos atañe a hombres y mujeres. Y nos tenemos que hacer cargo todos.
–Tenés una mirada amplia de la problemática porque lo ves desde los medios y desde lo artístico. ¿La sociedad cambia en algo?
–Es complejo. Creo que algo ha cambiado, que está cambiando, pero sigue generando rechazo, cuestionamientos. Cuando uno está en diálogo con algo poderoso genera distintas fracciones. Falta un montón. El otro día veía un caso de una chica que lo publicó en Facebook que había sido agredida en Córdoba, en la calle. Un hombre quiso violarla, la golpeó y la dejó muy mal, pero ella logró salvarse y que un taxista la ayudara. Ella decía que, si bien se están haciendo muchas cosas, todavía falta mucho. Todavía caminamos por la calle con miedo, todavía nos tenemos que cuidar de los lugares oscuros. No andamos con libertad las mujeres. Hay estructuras que tenemos que cambiar. Pero ya vemos que va naciendo una nueva generación, con otros conceptos.
–Hicieron un trabajo multidisciplinario. ¿Cómo fue enfocar un mismo tema desde distinto lugares?
–Esa era la idea. Hay artistas plásticos, hay imágenes, hay videos, música, dos cantantes líricas, el trabajo operístico de Cheté, danza... Somos portavoces, pero no estamos dramáticas porque ya es muy complejo el tema. Hay una parte más sensible y poética que se trabaja desde lo visual para que le entre de otra forma al espectador. No con el choque de lo terrible, sino con la sensibilidad de estas artes que hace que uno también pueda abrir la cabeza y el corazón a otras formas de receptar lo que se está diciendo.
Para ir
Las entradas tienen un costo de 180 pesos. Se pueden adquirir de manera anticipada en boleterías de San Jerónimo 66 y por Autoentrada.