Por Jorge Nahúm
El 15 de octubre se cumplirán seis meses de una de las páginas más tristes del fútbol de córdoba, por la muerte absurda de Emanuel Balbo.
El 15 de octubre, también, el fútbol le dará una gran revancha a todos para que este nuevo clásico entre Belgrano y Talleres empiece, transcurra y finalice como una fiesta. Sin manchas.
Después de años, de décadas, el superclásico cordobés volverá a las fuentes, a uno de los templos de barrio. Un clásico como los de antes, cuando se jugaba por la madre, porque la rivalidad siempre existió, pero sin que la violencia se colara para empañar el espectáculo de las tribunas con las dos hinchadas. De fiesta por alguna vuelta olímpica Pirata, o en éxtasis por cierto gol del Daniel.
Parece tan lejano y ahora tan utópico: un Belgrano-Talleres en el Gigante y con público de los dos.
El primer paso será el próximo 15 de octubre y jugarán todos. Fundamentalmente los hinchas de Belgrano, los anfitriones, para que sea en paz. Como para que la próxima vez no hayan dudas, y mucho menos una novela, en torno a dónde debe jugarse el clásico.
La infame muerte de Balbo todavía duele. Lo que se habló, lo que se declamó en su momento, no puede quedar en palabras vacías. Cada uno debe actuar desde su lugar para que el Belgrano-Talleres que se viene lave las culpas y sea un ejemplo. El espejo para que el fútbol argentino se mire y cure sus heridas. Un clásico como los de antes.