Por Gonzalo Toledo.
Agazapado sobre el tablero, en un rincón de Cofico, Peiró dibuja, rodeado de libros de arte, antiguos guantes de boxeo, latas de té, algunos aviones de modelismo y una salchichita que entra y se hace notar. Como todo perro salchicha, no soporta que la ignoren, así que no tarda en ponerse en el centro de la escena (hay que saberlo: los salchichas son seres muy orgullosos y tienen un ego desmesurado). Son imágenes del espacio de trabajo de un artista admirado por este cronista, que reniega de homenajes y esas cosas, para seguir empujando la carbonilla sobre el papel.
En los próximos días, Peiró tendrá varias actividades en la Feria del Libro, incluida una charla en el Cabildo, este sábado; y antes de todo eso, nos metimos en su estudio y sostuvimos una larga conversación que nos dejó cosas anotadas como estas: el single malt es caro pero lo vale; que Peiró atesora los “puchitos” que quedan de sus lápices, en cajitas de madera; que ama el blanco y negro; que usa un Pizzini 0.7 para ilustrar; que dedica muchas horas a cocinar “y no sólo pastas”; que una vez puso en la vereda una pila de historietas suyas publicadas en Italia y que se salvaron de ir a la basura por acción de la familia. Y muchas cosas más.
Arrancamos por Primer Mundo, la tira gráfica que publica en La Voz del Interior.
–Dibujás esas camionetas tan destartaladas hasta el mínimo detalle.
–Sí.
–En mi opinión es una contradicción muy linda, porque cuando vos hacés esas chatas o esos rastrojeros tan destartalados, dibujás hasta las tuerquitas que vuelan. ¡por qué sos tan detallista con algo que está destartalado!
–Perchè mi piace, como decía el tano. Me divierte dibujar eso. No es que tenga algún motivo ulterior. ¿Sabés que no tengo un motivo? es que me divierte, cuando lo tengo que hacer es un laburo bárbaro porque me demoro dos o tres veces más con la tira, pero es tan divertido ver cómo va saliendo, dibujar esos herrumbres. ¿Te acordás de las tapas que hacía para la Fierro, Chichoni?
–Sí.
–Bueno, el tipo se divertía con todo el laburo que le tomaba y yo no sé cuánto le llevaba, pero podría estar un mes entero. Yo lo conocía, vivió un tiempo acá cerca. Le encantaba hacer eso. Es un desafío como armar avioncitos de modelismo.
–¿Te gusta el modelismo de maquetas?
–Más que nada armar avioncitos de la Segunda Guerra, pero no soy un gran maquetista. Los aviones de la Segunda Guerra me gustaron y tengo esas cajas sin armar, para más adelante.
–¿Trabajás muchas horas?
–Ahora ya no tanto, trabajaré seis horas al día. Me ocupo de cocinar, hago las compras... me gusta mucho cocinar.
–Me han hablado de tus pastas de los domingos.
–Pastas y otras cosas también. No cocino solamente los domingos. Y leo mucho, soy muy lector y hay libros por toneladas, acá. Mi hermano, que murió hace dos años, tenía una biblioteca con 10.000 libros. Era profesor de literatura.
–¿Él enseñaba literatura inglesa?
–Inglesa y alemana, antes.
–¿Y cuándo empezaste con Primer Mundo?
–En el 95. Coincidió con el traslado de la planta de La Voz de Alta Córdoba, a Pajas Blancas.
–Época en la que nos estábamos creyendo que entrábamos al Primer Mundo.
–Por eso... ¿te acordás que Menem decretó ‘ahora estamos en el Primer Mundo’?
¿Dónde? La muestra de Peiró se exhibe, en el Espacio Subte, en el Cabildo, hasta el lunes. Este sábado, a las 19 dará una charla, en el Patio Mayor del Cabildo (modera Renzo Podestá). Finalmente, este domingo, a las 18.30 se realizará la presentación del libro El Gato de 9 colas + 3 de Juan Jacobo Astrada, con ilustraciones de Peiró. La presentación estará a cargo de Miguel Peirotti (Sala 1, Cabildo).