Por Fabricio Esperanza.
"Mi viejo también es piloto e instructor, tiene 78 años y hace 55 que vuela. Por supuesto que me enseñó desde un principio y después seguí aprendiendo de acuerdo a los rubros". Estas palabras pertenecen a Emanuel Astesano, piloto santafesino de Cañada Rosquín que apenas tiene 30 años, pero que suma miles de horas por los cielos. Día a Día lo entrevistó en Agroactiva, una de las exposiciones agropecuarias más grandes de Sudamérica, donde fue a trabajar. Hasta ahí, nada extraño, hasta que contó para qué lo convocaron los organizadores.
–Antes que nada: ¿acróbata, piloto de acrobacias, sólo piloto...? ¿Cómo tengo que llamarte?
–Yo soy piloto, y dentro de este trabajo hay distintos rubros o especialidades por decirles de alguna forma. En mi caso, me dedico a las aplicaciones aéreas de productos fitosanitarios en los campos, para el cuidado de los cultivos, y eso se llama Piloto Aeroaplicador; pero además, primero por hobby y también porque se puede obtener un ingreso extra, hago acrobacias aéreas, y precisamente ese es el nombre de la disciplina.
–¿Hay alguna una certificación, una entidad que otorga permiso para eso?
–Sí, por supuesto, yo tengo una habilitación otorgada por la Administración Nacional de Aviación Civil (Anac) como Piloto de Exhibición Acrobática. Es decir, primero tenés que obtener tu habilitación como Piloto Civil y después recién uno se presenta para estos rubros.
–¿Y qué hay hacer para obtener la licencia?
–Se tiene que contar con un avión habilitado para acrobacias y hay que completar 100 horas de entrenamiento con un instructor que lo certifique. Esos vuelos se hacen a mucha altura, por una cuestión de seguridad, para poder resolver cualquier emergencia. Después de eso te presentás ante la Anac y solicitás la licencia.
–¿Cuáles son las maniobras más arriesgadas y en qué consisten?
–No creo que haya maniobras más arriesgadas que otras. Todo lo que hacemos está entrenado y para nosotros es una rutina. Está el vuelo invertido, en el que uno se pone literalmente patas arriba, por ejemplo. Nosotros estamos habituados, pero el cuerpo no está acostumbrado a estar al revés, así que para alguien que lo sienta por primera vez puede ser complicado.
–Perdón por la imagen, pero te dejan los tallarines en la cabina.
–¡Jajaja! Sí, es probable. Durante el vuelo acrobático se experimentan lo que se denominan “Fuerzas G”, que pueden ser positivas o negativas. En una situación normal, el ser humano experimenta 1G, y cuando hago acrobacias en mi avión puedo tirar hasta 5G o 6G positivas. Las sensaciones son similares a sentirse presionado en el asiento o bien lo contrario, como si fueras a salir disparado del mismo.
–¿Qué características tiene tu avión?
–Es un Vans RV4 de origen americano. Se construye a partir de kit porque viene todo desarmado, no es un avión que se compre en una fábrica. En Estados Unidos los usan con doble propósito, para acrobacias y traslado, por su gran versatilidad: pueden operar en pistas cortas, son rápidos.
–¿A qué velocidad puede llegar?
–Haciendo acrobacias puede llegar a los 320 kilómetros por hora, el mío tiene un motor de 160 HP, con sistemas para volar invertido, sistema de humo, que son cosas necesarias para las maniobras de esta disciplina.
–¿Es un laburo de mucho riesgo?
–Riesgos, siempre hay, por supuesto. Pero en todos los trabajos existen. Están minimizados en la medida de lo posible. Quizá la diferencia radica en que si sale algo mal las consecuencias pueden ser... en fin... no perdonan.
–¿A cuánto volás del piso cuando hacés acrobacias?
–Bajo. A diferencia de los entrenamientos. Puede ser prácticamente a ras del piso hasta una altura en que el avión ni se ve. Preguntabas por las maniobras: está el rizo o looping, que es la vuelta completa del avión para atrás; el tonel, que consiste en una rotación de 360º en el eje longitudinal del avión; están las caídas de ala; las líneas; y las combinaciones de todas ellas. Es bastante amplio el abanico de lo que se puede hacer.
–A ver si nos entendemos: ¿según vos tu laburo no es más difícil que el de un portero de edificio, por nombrar un trabajo normal?
–¡Jajaja! No, es más: creo que es más complicado el trabajo de ellos que el mío.