A horas del final del año, y de la década, está a a la vista que Talleres consiguió una posición dominante sobre sus clásicos rivales en el fútbol de Córdoba.
Le costó media década revertir su presente, porque hace 10 años tocaba fondo en lo deportivo al descender al Argentino A.
Después de un breve alivio con el ascenso de 2013 de la mano de Arnaldo Sialle y los goles de Gonzalo Klusener, y el equipo volvió a perder la categoría y el resurgimiento se dio a través de Andrés Fassi.
El actual presidente asumió a fines de 2014 y un año después obtuvo el asceno en Formosa. Y con una fulminante participación en la B Nacional subió invicto a Primera.
Fassi construyó con Frank Kudelka un tandem exitoso, como el que Armando Pérez tenía con Ricardo Zielinski. Y así la T volvió a tomar parte de una Copa Libertadores, elimando al San Pablo, un gigante del continente. En el apogedo de su símbolo, Pablo Guiñazú, ahora retirado.
Aún con vaivenes, llegó a discutir el liderazgo de la actual Superliga impulsado por figuras como Andrés Cubas, Guido Herrera, Nahuel Bustos (de impactante aparición) y Dayro Moreno.
Hasta se dio el gusto extra de ganar, y por goleada, el último clásico ante un Belgrano en picada.
https://www.clubtalleres.com.ar/el-resumen-de-la-goleada-3-a-0-de-talleres-ante-belgrano/
Es que el Pirata transitó el camino inverso. A comienzos de la década obtuvo lo que casi equivale a un campeonato: el imponente ascenso a Primera ante River en 2011.
Y a partir de allí la consolidación en la máxima categoría, con una columna vertebral formada por Juan Carlos Olave, Gastón Turus, Esteban González, Guillermo Farré y el Picante César Pereyra.
Sólidas campañas coronadas con segundos puestos en la tabla; ingreso a Copa Sudamericana con la ansiada salida al exterior en el duelo con el Curitiba (el día del éxodo Pirata a Brasil) y conducido por Matías Suárez, el ídolo que regresaba desde Bélgica.
Ese afianzamiento permitió que surgieran figuras de proyección internacional, de Selección: Franco Vázquez, el Chino Lucas Zelarayán, Renzo Saravia, Emiliano Rigoni, entre otros.
En la segunda mitad de la década, comenzó la debacle. Casi en simultaneo con el resurgir de Talleres. Armando Pérez se abocó a la AFA, y descuidó al club. Se fue el Ruso Zielinski tras cinco años dorados, y ya no volvieron a acertar con el entrenador.
El tobogán fue sin freno, de manera incríble hasta la Primera Nacional y después de ocho años en Primera. Y para completar un 2019 olvidable, antepenúltimo en el torneo. Con Ricardo Caruso Lombardi, intentará cambiar la cara en 2020.
A su vez, Instituto transita un largo y tortuoso peregrinaje por la segunda división, en la que cayó en 2006.
Toco las puertas del cielo en 2012, con aquel equipo de Darío Franco del que habló el país, en la B Nacional más competitiva de la historia, y se quedó a las puertas de manera poco creíble, aquella tarde en que ante Ferro se le pasó el tren.
Paulo Dybala, la Joya descubierta en aquel toneo maravilloso, representa el mayor brillo de la década para la Gloria. Y acrecenta la imagen de "semillero del mundo" porque salen figuras de exportación: Wanchope Ábila, Mateo García, Mateo Klimowciz; como ante lo hizo Silvio el Chino Romero, actual goleador de la Superliga con Independiente.
Con la conducción de César Zabala, un buceador de La Agustina, Instituto completó un semestre con expectativas al finalizar séptimo y clasificando a la Copa Argentina tras dos temporadas ausente.
En 2018, con su Centenario, fue por el ascenso esquivo como regalo supremo. En el 2020, el anhelo es reencontrarse con la Gloria.