Por Gonzalo Toledo
Tal vez, el desastre del Comedia sea la mejor explicación de la deriva de nuestra ciudad, en este siglo, en el que los cordobeses tenemos poco bueno para contar. Rota y sucia, la urbe se tambalea por una sucesión de administraciones municipales cuya carta de presentación se puede ver y oler en cualquier esquina.
Dentro de este derrotero están estos 10 años del incendio del Teatro Comedia, que ardió en la noche del 28 de junio de 2007, a causa de una falla eléctrica, según determinó Bomberos.
A partir de allí, comenzaron las promesas, las declaraciones y los juramentos firmes de que la cosa no iba a ser para largo.
El intendente Luis Juez anunció, contundente, que el Comedia iba a estar de pie y funcionando en 180 días. Pero, no.
Y pasaron los años, se puso un colorido cartel y ya con la intendencia de Ramón Javier Mestre se iniciaron las obras, que hoy están en un ochenta por ciento pero llevan largos meses detenidas. Si tienen curiosidad, vean por los orificios del cartel hacia adentro del “teatro” y verán abandono.
El calendario siguió su marcha y nuevas promesas se desvanecieron como la de que el Comedia iba a tener su reestreno en su centenario, en 2013. Pero tampoco.
En ocasión de ese aniversario y visitando las obras, el intendente Mestre prometió que en 2014 reabría. Tampoco fue.
Ya con una década transitada, nos quedan más preguntas que respuestas. Por lo bajo, se comenta en ámbitos municipales que son unos 60 millones de pesos los que habría que poner, para tenerlo en funcionamiento.
Años atrás se habían entusiasmado con unos aportes del Gobierno Nacional que nunca vinieron. Algunos funcionarios hicieron amansadora en Buenos Aires, pero se tuvieron que volver sin un cobre.
Así, y sin aportantes privados a la vista, sólo quedaría apelar a los fondos propios para recuperarlo.