Natalia Cociuffo fue capaz de construir sus sueños. Uno que fue acunando desde el cordobés barrio General Paz y que terminó pariendo una carrera que la vuelve a traer por la Docta, ahora como protagonista de una particular obra de teatro musical. Se trata de Los Monstruos, en la que esta cordobesa comparte protagónico con Mariano Chiesa y que propone un viaje profundo este viernes, en el Teatro Real.
"Claudio y Sandra saben que sus hijos tienen cualidades únicas, que los separan de la media. Ellos son especiales ¿O no es así? Es cierto que tuvieron algunos problemas de conducta, que no hacen amigos fácilmente y que casi nunca los invitan a los cumpleaños. Mejor, solo un buen padre sabe proteger a su hijo de un mundo monstruoso ¿O no es así?", reza la sinapsis de esta multipremiada obra.
Consultada por Día a Día, Natalia contó: "Es muy comprometida, muy intensa. No es para asustarse, pero sí para vivir una experiencia. No es algo liviano, sino que te deja consternado porque habla de un tema que es muy sensible para todos: la relación entre padres e hijos. Lo que uno es, es lo que trae de la infancia y de la familia que uno tiene. Esto es algo que nos toca a todos. La manera en la que está contada es muy original. Todo parte de lugares comunes, pero los personajes empiezan a entrar en crisis, por lo que empieza a salir la monstruosidad de cada uno. Aparecen temas más complejos como el bullying, el abuso sexual infantil. Son temas que lamentablemente forman parte de los niños y de los que nadie queda exento".
-¿A dónde apunta la obra?
-Nadie te enseña a ser padre y sentís que les das lo mejor a tus hijos, pero resulta que va a la escuela y se topa con un compañerito que le pega. Por todos lados, ese niño queda expuesto a que le pasen cosas. Esto te deja una reflexión como hijo y como padre; una mirada ante la sociedad. Hay mucha información en la obra, pero está muy bien contada con canciones. Y no es como en esos musicales en los que aparece la canción y decís 'ay, qué lindo'. Acá las canciones siguen con la misma densidad de lo que se viene hablando. No hay respiro y obliga a que el público sea muy activo. Es una obra que no pasa desapercibida. Y eso se nota en tanto reconocimiento y premio que le han dado. Y están comprando los derechos por todos lados#.
-Estamos en un tiempo en el que la gente busca distraerse y meter la basura bajo la alfombra. Y acá la meten de lleno en una problemática que hay que ver si todos están dispuestos a ver. ¿Te sorprende el acompañamiento de la gente?
-Sí. La otra noche terminamos la función y fui a comer. Al lado, tenía dos parejas que habían ido a ver la obra, recomendados por otros. Y te decían que la iban a recomendar también. Salen fascinados porque todos se sienten involucrados. Y no te das cuenta. Lo que pasa es que la gente está eligiendo no meter más la basura bajo la alfombra; si no meterse en el problema. Vivimos una realidad en el país en la que nadie se quiere callar. Es una reacción frente a lo que pasa y ver qué puede hacer con eso.
-Nos estamos haciendo cargo.
-Siento que sí. Por eso la gente sigue eligiendo venir al teatro. Algunas son para pasar el tiempo y después salir a tomar una birra. Pero también está eligiendo salir a buscar algo que la modifique. En la modificación hay un despertar. No les cambiamos la vida, pero no es la misma gente cuando entras, a cuando sale.