Fecha 10. Estudiantes-Belgrano. Duelo entre Celestes, un acontecimiento para Río Cuarto, parte del sueño que cristaliza el equipo riocuartense en su primera incursión por la categoría y lo más parecido a lo que sería un clásico cordobés. Pero no lo es.
Conocido el fíxture y el modo de disputa de la Primera Nacional que arranca el fin de semana del 17 de agosto próximo, se esfumó la tenue y vana ilusión de que hubiera clásicos.
La violencia en las canchas, en este caso en el barrio contra barrio de la zona metropolitana, ganó esta batalla. O para decirlo mejor, la perdimos los que queremos al fútbol en su escencia. Esa que incluye el enfrentamiento entre rivales tradicionales.
La Primera Nacional no contempla emparejamientos, y echó por tierra la expectatativa de un Belgrano-Instituto, que no se da de manera oficial desde 2011, y que ahora los muestras separados, en zonas distintas.
Con desazón para los futboleros, y un enorme perjuicio para las arcas de los dos clubes, no habrá choque cordobés ni en ninguna geografía.
Mortifica más porque Córdoba dio pruebas cabales de que puede organizar clásicos. Como el último Talleres-Belgrano, con público de los dos y sin incidentes, pese a que había mucho en juego.
En el peor de los casos, hasta se podría haber dispuesto que sea sin público visitante. Una aberración, pero al menos un intrumento para permitir en la cancha esos duelos de colección.
La única chance de un Belgrano-Instituto sería en la final por el primer ascenso (ganador de cada zona), en cancha neutral. O en las instancias definitorias por el segundo pasaje.
A ilusionarse entonces con ese destino de grandeza: un clásico que sea de Primera.