Y respecto a un año atrás la leche subió casi un 93% y los sólidos algo más del 95%. Palo a palo con la inflación general, pero perdiendo con la inflación de costos de producción.
El precio de la leche medido en dólares es de 0,36 u$s/litro, un valor históricamente alto pero que muestra en gran parte el atraso cambiario. Además el plazo habitual para el cobro de la leche vendida va de los 30 a los 45 días de promedio (llega a 60 días en algunos casos), lo que implica una erosión real del precio de entre el 5% y el 10% en su capacidad de compra.
Parece que las principales industrias estaban dispuestas a aumentar más el precio al productor pero el gobierno les dijo algo así como “por este mes con la suba de la carne tenemos suficiente daño” y logró moderar el impulso. Decisiones tomadas por gente que nunca puede entender el impacto de esas arbitrariedades en el flujo de fondos de una empresa. Ignorancia, prejuicios e intereses mezquinos. Cuesta que salga algo bueno de ese cóctel. Porque con todas las intervenciones, igual el precio de los lácteos al consumidor en doce meses fue superior al 110%.
Mientras, la sequía se aplacó en algunas zonas, pero aún hace daño y ofrece menor oferta forrajera y obliga a mayor suplementación externa. La amenaza de otro episodio de dólar soja para marzo o abril está latente, lo que implica más costos de alimentación y a veces de arrendamiento.
Se revisa la estrategia productiva, la carga animal y el planteo alimenticio para el 2023. Fueron meses duros los últimos y ahora se espera una leve recuperación de la rentabilidad sumado a un cierto alivio en lo financiero, pero entendiendo que la crisis no está superada. Algunos tambos no resistieron y salieron del negocio.
La producción de leche a nivel país está estancada y es razonable que así sea, ante los estímulos “poco estimulantes” del entorno. Y recordar que esta actividad también paga derechos de exportación.