Según la FAO, anualmente se pierde el 40% de los cultivos por causa de las plagas. Esto significa que el mundo es capaz de aumentar significativamente la producción de alimentos sin aumentar la superficie cultivada, solamente atacando la problemática de las plagas al principio de la cadena.
La producción sostenible dejó de ser un concepto romántico o filantrópico para transformarse en un gigantesco motor de desarrollo y las señales son claras y contundentes.
La inversión en AgTech creció 375% en los últimos siete años, alcanzando en 2020 unos 30 mil millones de dólares. Hay más fondos, más startups y más deals.
Las empresas que actúan como los mayores “players” en el comercio de agroquímicos están generando operaciones que marcan la transición hacia la producción sostenible. Recientemente la compra de Valagro por parte de Syngenta es un ejemplo de ello.
La adopción de insumos biológicos crece a un ritmo entre 15 y 20% (siendo Brasil uno de los países con mayor tasa de adopción de estas tecnologías), mientras que el uso de agroquímicos, sólo crece entre un 3 y 5%.
Los consumidores están mostrando un cambio de hábitos. Solamente en 2020, el consumo de productos orgánicos creció 12 puntos en EEUU, un mercado al cual Argentina destina el 37% de su producción orgánica.
Por último, los compromisos asumidos por la mayoría de los países en términos de descarbonización tienen impacto directo en la forma en que se producen los alimentos. La Unión Europea se comprometió a reducir 50% el uso de agroquímicos para el 2030 y EEUU transitará un camino similar a partir de su reingreso al acuerdo de París.
Por otra parte, hay sólida evidencia científica que demuestra que potenciar la biodiversidad de los suelos se traduce en mayores rendimientos y menores costos de producción. A su vez, los avances en ciencia y tecnología (potenciados por efecto COVID) han impulsado la aparición de startups que empujan fuertemente el desarrollo de bioinsumos para control de plagas.
Estas nuevas tecnologías son herramientas fundamentales para potenciar la eficacia de los productos de base biológica y ofrecer alternativas competitivas frente a los crecientes problemas de resistencia de plagas que presentan los productos de síntesis química.
Los proveedores de bioinsumos tienen además, la misión de trabajar desde el primer día junto con los productores para poder entregarles soluciones que se adapten a sus sistemas de producción, agregando valor real.
El campo argentino es un lugar de tradiciones, de cultura del trabajo y a su vez de innovación e integración con el mundo. Tenemos un desafío conjunto entre startups de insumos biológicos y los productores agropecuarios para multiplicar el impacto generando beneficios en toda la cadena agroalimentaria, el medio ambiente y en definitiva, en toda la sociedad.