Al fin y al cabo, el problema siempre es el mismo: obtener unos ingresos justos de tu negocio. Pero, ¿cómo se soluciona esto en la producción de leche, cuando los costos suben más que los precios pagados a los ganaderos?
Como precio, el último año aparentemente ha sido bueno para los productores de leche de EE. UU ya que ha tenido un crecimiento continuo. Esta dinámica se inició con la recuperación de los distintos sectores de la economía tras el confinamiento, con una demanda que requería grandes cantidades de productos lácteos y que estaba impulsada por las exportaciones.
Sin embargo, los precios récord de la leche se han visto compensados en gran medida por incrementos en los costos de producción, uno de todos los de piensos que se mantienen muy por encima de la media y para los que la incertidumbre sobre las expectativas de cosechas a nivel mundial sigue ejerciendo una presión alcista.
Un análisis más profundo de los costos de producción y gestión de la explotación lechera pone de manifiesto este problema de márgenes. Si los alimentos, incluidos los producidos en la finca y los pastos, representan la mayor parte de los gastos, agravados también por la excepcional sequía que azotó a algunos estados, la segunda categoría en orden de importancia es la del capital invertido para la gestión ganadera, que incluye gastos de alojamiento, maquinaria y equipo, manejo de estiércol, almacenamiento de alimentos u otros. El costo de la mano de obra también debe ser considerado., otro elemento relevante de la ecuación. Todos estos parámetros muestran un margen operativo negativo en todas las dimensiones de la empresa.
Así, aunque los ingresos son aparentemente más altos, de hecho, el poder adquisitivo de los productores en el mercado se ha debilitado en general. El problema es siempre el mismo: tener un precio de la leche que le dé al productor certidumbre para su negocio, contrarrestando la volatilidad del mercado.
Las políticas agrarias pretenden dar perspectivas de crecimiento productivo, teniendo en cuenta los aspectos económicos, sociales, ambientales e incluso tecnológicos, pero no serán decisivas sin una visión global y no sectorial. De hecho, es necesario abordar el tema en su complejidad de manera coordinada a nivel internacional, en primer lugar atenuando los conflictos que son presagios de trastornos que solo pueden aumentar las incertidumbres. Entonces debemos unir fuerzas para contrarrestar los efectos disruptivos del cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales.
La pregunta que rehuimos es siempre la misma: ¿qué tan real es el postulado del crecimiento infinito?
Famosa al respecto es la afirmación del economista inglés Kenneth Boulding: “Quien crea que el crecimiento exponencial puede continuar indefinidamente en un mundo finito es un loco, o un economista”.