Con las manos sucias de tierra, haciendo huerta, me puse a pensar con otra mirada respecto a la grieta. Nada mejor que la división y el miedo para manejar un pueblo. Ya decía Julio César "Divide et impera"… estas tres palabras resumen a la perfección la estrategia con la que los gobernantes de nuestra nación y quienes aspiran a serlo nos dirigen y alientan.
Volviendo a la tierra, aquellos que no tienen oportunidad de trabajarla diariamente, desconocen su cultura, y como cada cosa en este mundo, tiene su historia y su por qué.
Los mensajes que damos los productores pareciera que caen en bolsa rota, queremos compartir nuestros conocimientos, la realidad de nuestro amado trabajo, pero no lo logramos. Somos los “puching ball” de los gobiernos y de sus secuaces, les gusta mostrar una cara de la gente que trabaja en el campo, como si fuéramos monstruos que quieren envenenar al mundo, que somos unos miserables que no compartimos las tierras, etc., etc. Lamentablemente muchos argentinos, repiten desde el desconocimiento y se suben a ese tren ofendiendo, injuriando y calumniando a este sector. ( pasa también en muchos otros lugares del mundo)
La historia que quiero compartir es la de quienes la trabajamos. Trabajar el campo más allá del trabajo en sí mismo es una elección de vida, es estar en contacto directo cada minuto, cuidándola, brindándole lo mejor, porque sabemos que si las cosas están bien hechas (poniendo muchas horas de trabajo, mucho dinero y rogando que el tiempo nos acompañe), ella nos alimenta con generosidad, y nos brinda no solo todos los alimentos que llegan a nuestras mesas, sino también la materia prima de la mayoría de los productos que ustedes compran en las góndolas de los supermercados. Adivinen de dónde sale el papel de las servilletas o del papel higiénico… y el algodón de las remeras, toallas y sábanas? Adivinen de donde salen las cajas de cartón de cereales, sopas, remedios...y la cerveza o el vino que estas tomando? Todo, Todo, Todo lo da la Tierra. Sin ella no podríamos vivir un minuto.
El trabajo en el campo no es soplar y hacer botellas, es ponerle el lomo con lluvia o bajo cero, sin importar qué día de la semana ni qué hora es, de noche o de día. La naturaleza no sabe de horarios. Trabajar el campo también es invertir en tecnología, realizar estudios de tierra y de cultivos, y sobre todo tener mucho respeto por su conservación, ya que es un bien finito. Por eso es tan importante el profesionalismo en cada una de las partes que participa de su laboreo. ¡Tenemos una enorme responsabilidad sobre nuestras espaldas! Si no hay alimento, no hay vida.
El respeto que tenemos hacia los alimentos, nace muchas generaciones atrás. Varios de los argentinos tenemos ascendencia europea, como mi abuelo y los familiares que huyeron de las guerras. Todos ellos nos han dejado el legado de cuidar los alimentos, lo que la madre tierra nos brinda, y por sobre todo nos inculcaron el esfuerzo del trabajo, que con tanto gusto lo hacemos. Y es lo que sabemos hacer.
Tal vez nos falta alguien en comunicación, para que le muestre a los que no tienen acceso, a que vean el País que se construye desde este sector. Pero, bueno.... no tenemos tiempo para hacer publicidad ni campañas, estamos muy ocupados con todo lo que hay que hacer, sin horarios, ajustando nuestra labor diaria al reloj de la naturaleza.
Pero sí los invito a que salgan a recorrer (cuando se pueda) o miren por internet, sobre el interior de nuestra querida ARGENTINA, de todas las bondades que tiene, su diversidad, que con los brazos abiertos los espera para que la hagan crecer. Y eso es con educación, ganas de trabajar, y un gobierno que le dé una palmada en la espalda.
Me gustaría que cuando se sienten en sus mesas piensen lo privilegiados que son, que tienen una calidad de alimentos únicos en el mundo, que saboreen los mismos en cada bocado y piensen que detrás de ellos hay una cadena de gente trabajando, desde el productor hasta el vendedor de la esquina de tu casa. Los alimentos no aparecen por arte de magia, cada cosa que llevas a tu boca tiene meses de trabajo detrás. Y el destino final es alimentarte a vos y a tu familia.
Admiro a todos los que trabajan y ayudan a crecer al país. Cuidan su empresa y quieren sacar utilidad, ya que con ella pueden seguir produciendo y fomentando más trabajo. Nosotros también.
Les dejo una pregunta… si todo lo que usamos para producir fuera "TÓXICO" como lo que suscribe el RELATO, creo que deberíamos estar enfermos, como nuestros hijos, nietos etc., ya que somos aquellos que aplicamos, laboreamos, sembramos, cosechamos y transportamos hasta las fábricas que hacen su trabajo. Somos los que cuidamos los animales desde que nacen, los vacunamos, los pesamos, les damos buena comida, todo esto, para que ustedes tengan la mejor calidad de comida en sus mesas.
La intención de esta carta es que sea un disparador, para que tengamos una mirada diferente, que respetemos los diferentes sectores de trabajo, que empecemos a agradecer y valorar, ver que detrás de un pan hay un productor, que detrás de un auto hay un empresario, que detrás de un hospital hay un médico, y así un montón más, cada uno desde su lugar para que todos tengamos mejor calidad de vida.
Por favor no hablemos sin conocimiento, que esa energía en lugar de criticar vaya a achicar la brecha de clientelismo del gobierno, que aquellos que vienen con planes varias generaciones para atrás, empiecen a trabajar logrando que el estado se achique.
Vayamos todos juntos por el crecimiento de este maravilloso país respetándonos y no quedándonos callados.
Productora agrícola - Estefania Massa