Paola Mirian Rodríguez, de 43 años, estaba embarazada de tres meses cuando apareció apuñalada en la pieza de un albergue transitorio del barrio porteño de Palermo.
Se encontraba recostada en la cama con la cara hinchada y cortes en el cuello, tórax, abdomen y mano izquierda, mientras que en el lugar se hallaron manchas de sangre, un cuchillo de mango blanco y marrón, latas de cerveza y un teléfono celular.
Justamente fue una huella digital en la lata de cerveza la que permitió esclarecer el femicidio de una embarazada de 43 años que fue hallada apuñalada en diciembre pasado.
Gracias al trabajo de la Unidad Criminalística Móvil (UCM) que en la escena del crimen colectó la huella, y luego de la Sección APFIS (Sistema Automático de Identificación de Huellas Dactilares y Palmares) de la Policía Científica de la Policía de la Ciudad, que le puso nombre y apellido a ese rastro, se logró identificar, ubicar y detener al presunto femicida.
Ese día, fectivos de la Comisaría Vecinal 14 a se dirigieron por un llamado del 911 al hotel alojamiento “F&M”, ubicado en la calle Darregueyra al 2479, entre avenida Santa Fe y Güemes, del barrio de Palermo, donde Rodríguez fue encontrada en una habitación con heridas de arma blanca en distintas partes del cuerpo.
El hombre que había ingresado con ella al albergue se había escapado media hora antes y un empleado del lugar sólo pudo describirlo como de tez trigueña, pantalón oscuro y campera.
Una ambulancia del SAME trasladó a Rodríguez, quien cursaba un embarazo no mayor a tres meses, al Hospital Fernández, donde falleció producto de las heridas de arma blanca que presentaba y de la pérdida de sangre que había padecido.
La fiscalía actuante ordenó el trabajo de los peritos de la UCM en la escena del crimen quienes preservaron todas las evidencias, entre ellas, las latas de cerveza, que luego sería clave.
En paralelo, el personal de la Brigada de la Comuna 14 comenzó con la investigación descubriendo que en octubre de 2020 la víctima había denunciado por violencia de género a un hombre de 36 años, de nombre Rubén, quien fue puesto a disposición de la Justicia como principal sospechoso del hecho.
Al mismo tiempo, los investigadores se entrevistaron con la hermana de la víctima en su domicilio del Barrio Mitre, que les informó que ella ya no vivía ahí, pero que el día anterior al crimen había estado de visita junto a un hombre al que llamaba “El Paraguayo”, pero que su nombre sería Hugo, quien comenzó a ser buscado.
Ya en los laboratorios de la Policía Científica, la Sección APFIS analizó las evidencias recolectadas en el albergue y allí se encontraron tres rastros dactilares aptos para cotejo que fueron cargados en la base de datos para buscar su identidad.
Dos de esas huellas pertenecían a la propia víctima, pero la tercera, hallada en una de las latas de cerveza, era de Hugo Orlando Ojeda (33), con domicilio en el Bajo Flores y antecedentes en un legajo de Robos y Hurtos de la Policía Federal.
Con estos datos, se consultó el sistema de actuaciones de la Policía de la Ciudad y se descubrió que Ojeda aparecía como damnificado en una causa por lesiones en la Comuna 6 y estaba internado en el Hospital Piñero de Flores.
Hacia ese hospital se dirigieron los investigadores de la Comuna 14, donde ubicaron al sospechoso, quien al ser requisado tenía entre sus pertenencias un certificado de extravío a nombre de la mujer asesinada y ropas idénticas a las que vestía el asesino de Rodríguez en los videos de cámaras de seguridad recolectados en el expediente.
Con esos elementos, especialmente la evidencia científica de su huella en la escena del crimen, el juzgado interviniente, ordenó su inmediata detención por “homicidio agravado por violencia de género” (femicidio), delito que prevé la pena de prisión perpetua.
Además, con la detención e imputación a Ojeda, la Justicia desvinculó de la causa al primer sospechoso.