Inició como un proyecto de tesis de Juan Martín Delgado y Mariano Condoluci, y sin imaginarlo, escaló a lo más alto. “La Desgracia”, la obra de teatro que ya lleva 100 funciones, y que aborda y pone en jaque una multiplicidad de temas: política, corrupción, iglesia, poder. Denuncia irregularidades y alza voces a través de los personajes, llevados adelante por un elenco numeroso y exitoso desde Paseo La Plaza. Pero al mismo tiempo, muestra el lado más sensible y vulnerable de las personas. El desafío de esta puesta en escena fue que, con una gran cuota de humor, supo interpelar a todos los espectadores.
Mariano Condoluci y Andrea Lovera, miembros del elenco, afirman con convicción a Vía País que “La Desgracia” tiene algo especial. En este sentido, significó un antes y un después en sus carreras como artistas.
“Es un despegue constante. Es un trabajo que sigue teniendo un diferencial por posibilidad de estar al frente junto a mis compañeros y no deja de enseñarme nunca”, comenta Mariano. Y Andrea, por su parte, agrega: “La sentí como una obra regalo que apareció en mi vida. Sabía que iba a ser genial hacer un personaje desde 0 con posibilidad de crear un montón”.
-¿Cómo surgió “La Desgracia”?
Mariano: Surgió como un trabajo que hicimos en el último año de Julio Boca junto a Juan Martín Delgado, el autor del libro y texto, y Francisco Martínez, el compositor, que había sido nuestro maestro a lo largo de la carrera durante los cuatro años cursamos ahí. Nos quedamos con tantas ganas con esto que era una suerte de tesis que, durante años nos inscribimos a concursos pero no ganamos. Sin embargo, seguimos trabajando el material, construyendo, lo incorporamos a Francisco, yo funcioné como intermediario entre ambos prestando mis ideas y haciendo el casting interno. No hicimos audición, ya sabíamos con quienes queríamos trabajar. De ahí surge Andrea como primera opción. Así que nos conectamos. Le acercamos el guión y no tardó mucho en decir que sí. Estrenamos la obra en 2017 que ya incluía estas temáticas y la verdad es que estamos más que contentos y es un material que se vuelve cada vez más actual por los temas que toca.
Andrea: Cuando me explicó de qué iba la obra, me costó entender qué estaba pasando. Pero cuando leí el guión, me imaginé diciendo esos textos. En mi cabeza me imaginaba lo que iba pasando y me parecía divertido. Nos llevaron a un ensayo que estaban haciendo y pudimos escuchar alguna canción y nos rompió la cabeza. Nos atrajo bien sin saber bien quiénes eran. Nos atrajo el material ese mismo día y aceptamos estar. Es una de esas obras que yo digo: “No me bajan ni a palazos”. Como actriz, me da mucha felicidad hacerla. Me da un nivel y me toca jugar como nunca me había pasado. Además nunca pierde vigencia: toca la corrupción en la sociedad y todo podría ser real. Me parece una buena historia para contar. Además la gente se ríe pero también siento que se va pensando.
-¿Por qué eligieron abordar estas temáticas?
Mariano: Esa posta la llevó Juan Martín. Mi principal granito de idea fue construir el personaje de la enfermera que es la primera narradora con la que transcurren los principales testimonios. Lo primero que sabíamos era que queríamos contarlo en formato de comedia, y después surgió la idea del policial. La mente del autor fue hilando temas de política e iglesia con temas que lo interpelaban a él de chico y que tenía ganas de ir volcando en el guión.
Andrea: Nosotros como actores somos el vehículo del texto y las situaciones, tenemos la posibilidad de aportar nuestra propia impronta y crear estos roles con humor que está trazado por la obra. A su vez es super argento, con un lenguaje muy presente.
-¿Cuál es el mensaje que quieren dar desde cada personaje al público?
Andrea: A mí lo que me pasa, que lo fui descubriendo con los años de hacer la obra, es que se ven dos facetas. Más allá de que mi personaje es bastante bipolar, tiene eso de ser parte de la política y de que no le importe nada, hasta pone en riesgo a su hija con tal de lograr lo que quiere y se complota con el doctor. Pero también está la parte de ella como madre que no quiere que se muera su hija porque la ama. Y ahí muestra la parte frágil del personaje. Entonces atrás de eso que es lo que uno siempre ve, muestra que hay personas que sufren cosas además del afuera y el poder. Está esa mujer que parece tan mala pero también sufre y las cosas le importan.
Mariano: Al ser el personaje encargado de abrir la obra y setear el código y empezar a contar la historia, el principal objetivo que tiene mi rol, después a lo largo se va descubriendo que es una víctima más de este sistema patriarcal atravesado por la obra. No es ningún inocente porque forma parte de los planes, está al tanto de las tramoyas del doctor y la intendenta pero no deja de ser una víctima más del sistema y la ignorancia. El pueblo termina siendo víctima del poder. A esto lo fui comprendiendo con el correr de las funciones y las temporadas. Fui creciendo con el personaje a los 26 y hoy con 31, siento que uno va moldeando un montón de cosas.
-¿Qué les dice la gente?
Andrea: Salen fascinados. Nos esperan siempre en la puerta, cosa que no pasa siempre. Salen fascinados por lo que pasa porque se divierten y les encanta la música. Lo que vimos fue algo de amor absoluto hacia nosotros, hacia los personajes que aman.
Mariano: Ya nos vieron más de 16 mil personas a lo largo de estos años y pasa algo muy loco, incluye un fanatismo de los jóvenes que son los que más se enganchan con la música y demás, pero también hay mucha gente grande de entre 30 y 50 que no se quedan afuera por los temas que toca la obra porque los incluye. Es bastante particular y no sé si fuimos tan conscientes al principio de que la obra podía llegar a un público tan amplio.
Andrea: Lo que se vive es algo espectacular, hay una energía increíble. Cuando se apagan las luces, la energía de la gente se siente, sumado a lo que somos como equipo. Se vive algo especial.