El amianto o asbesto, un elemento invisible e inoloro hallado en los coches CAF 5000 que el Gobierno porteño compró a España para la línea B del subte, es un peligro imperceptible y su fabricación y uso fue prohibido por el Ministerio de Salud nacional en 2003 debido a que cuando sus fibras se esparcen en el aire provoca enfermedades fatales, entre ellas cáncer.
Sin embargo, como se lo utilizó durante décadas como aislante, sigue presente en muchos lugares. Hace diez años, una investigación del INTI lo detectó en el 15% de las muestras tomadas en 30 edificios, la mayoría de Capital y conurbano.
Ahora, desde Madrid confirmaron que hay asbesto no solo entre los componentes del sistema eléctrico de los CAF 5000, que hasta hace días circulaban en la línea B, sino que también lo hallaron en una pieza de un coche CAF 6000, los más nuevos y aún en circulación. Sin embargo, aseguran que esto fue reparado con un repuesto de los 5000 y que se trata de un caso aislado.
Por sus propiedades aislantes y sus resistencia al calor y el fuego, el amianto o asbesto tiene miles de aplicaciones, desde pastillas de frenos, hasta guantes o tablas de planchar. Y fue muy empleado en la construcción, sobre todo como componente del fibrocemento, y aislante de cañerías y de calderas.
Ante evidencias de que el amianto era dañino, su uso se fue restringiendo en todo el mundo. En la Argentina, el Ministerio de Salud sacó resoluciones vedando algunas de sus variedades en 2000 y 2001 y en 2003 prohibió totalmente su producción, importación, venta y uso. En 2005, una ley porteña reafirmó la prohibición en la Ciudad.
El gran peligro de este material aparece con el paso del tiempo, especialmente cuando se descompone y entra en contacto con el aire. Las fibras son huecas y livianas, por lo que se mantienen en el aire, y una sola de ellas puede enfermar.
Los síntomas pueden tardar entre 30 y 40 años en aparecer y causan fibrosis, una enfermedad que lleva a la muerte por insuficiencia respiratoria, o cáncer de pulmón.
La Organización Mundial de la Salud estima que en el mundo mueren 100.000 personas al año por causas relacionadas al amianto. Los más afectados suelen ser los trabajadores que están en contacto continuo con el material. De ahí la preocupación que hay entre el personal del subte B.