Por Javier Firpo
“Voy a pasar lista y quiero que me digan su nombre y a qué se dedican sus padres”, dice la maestra, de pie, mientras lee en su agenda frente a los alumnos. Estamos en el año 1983, en plena época comunista en Checoslovaquia.
La camarada Maria Drazdechova es la nueva profesora de un colegio situado en los suburbios de Bratislava -hoy capital de Eslovaquia-.
Bajo su apariencia cándida, amable y seductora, la maestra va a poner en práctica un curioso y cuestionable método pedagógico, en el que tiene más en cuenta el entorno financiero del alumno, que al alumno propiamente dicho. En otras palabras: las calificaciones de la docente se inclinarán a favor de la importancia del oficio de los padres del estudiante, que a su rendimiento académico.
Manipuladora y abusando de su condición de “una pobre viuda que está sola con todo”, la señoraDrazdechova trasciende los límites escolares apersonándose en distintos domicilios o llamando por teléfono a horas imprudentes. Así pedirá comida, realizará envíos al exterior o hará que le pongan en condiciones su hogar -todo sin pagar un centavo-, al que también irán los alumnos a ordenar y limpiar.
Ancha y con el pecho inflado, ella seguirá actuando como si fuera lo más natural del mundo, con la tranquilidad e impunidad de quien se sabe intocable: nadie se mete con la maestra (excelente interpretación de la eslovaca Zuzana Mauréry), ni las autoridades del colegio ni tampoco los padres de los estudiantes, ya que saben que la camarada tiene fuertes lazos con el todavía poderoso Partido Comunista.
Pero los excesivos castigos de la docente a determinados alumnos, debido a que sus padres no cumplen con determinados favores, desemboca con el intento de suicidio de una jovencita, situación que acorralará a la directora del colegio -que hacía la vista gorda- a convocar una reunión secreta para analizar una denuncia contra la profesora.
Esa reunión abarca casi toda la muy buena película del realizador nacido en Praga, Jan Hrenejk, y a través de constantes flashbacks permitirán al espectador ir comprendiendo el comportamiento indecente de una docente inescrupulosa, que insistirá con su actitud amenazante -pero cálida- hasta las últimas consecuencias. Ese tenso encuentro de autoridades y padres retrata con alto vuelo y en tiempo y forma cómo eran aquellas tertulias entre adultos convencidos con terminar con la corruptela diaria y aquellos otros que pugnan por defender a la vividora maestra. El temor por las represalias, las advertencias y el riesgo de escarbar en las altas esferas remiten a las películas de espionaje en tiempos de la Guerra Fría.
Si bien hay una fuerte autocrítica al comunismo que comandaba los regímenes en los países de la galaxia soviética, el director Hrenejk y el guionista Petr Jarchovsky se basaron en hechos reales para hacer hincapié en las pequeñas -no alevosas- ventajas cotidianas que pueden sacarse con un poco de poder y que sucedían en la vieja Checoslovaquia.
“La Maestra” es una atractiva pincelada que reflexiona sobre algunos de los dilemas morales y las muchas ambigüedades de aquellos tiempos, además de una gran oportunidad de ver a una actriz que lleva a cabo a una estupenda y muy creíble villana.