En el Hospital Italiano de la Ciudad de Buenos Aires, el doctor Carlos Ciraolo, neurocirujano, realiza con pacientes epilépticos el tratamiento de neuromodulación, una intervención que puede ser curativa o paliativa y que mejora la calidad de vida de los enfermos. Se trata de algo inédito en Latinoamérica.
"Es una ventana a una mejor calidad de vida, una posibilidad para que muchos pacientes con epilepsia se sientan beneficiados, mejorados y hasta curados. Creo que esta novedosa cirugía es un aporte muy importante para el futuro", dijo Ciraolo a Clarín.
Alrededor del 1,2% de la población argentina padece epilepsia, unas 500.000 personas. "De esa cantidad, el 20%, o sea unas 100.000 personas, es refractaria a la medicación, es decir que no le resulta eficaz o que le provoca intolerancia y efectos secundarios relevantes que le impiden seguir tomándola", detalló el profesional.
"De esos cien mil pacientes, el 40% puede ser candidato a esta novedosa cirugía. Al 60% restante, debido a lesiones cerebrales estructurales, la cirugía no los ayudaría", agregó.
La intervención de la que habla el doctor es neuromodulación. "Consiste en colocar dos electrodos, uno en cada hemisferio del cerebro, en un punto llamado núcleo anterior del tálamo. Estos electrodos se conectan por medio de unas extensiones o cables a un generador de impulsos eléctricos o neuroestimulador que puede ser colocado debajo de la clavícula o en la zona abdominal", comenzó a explicar Ciraolo.
"La intervención puede ser curativa o paliativa, generando en la mayoría de los casos un gran impacto positivo en la calidad de vida de los pacientes, mediante la disminución del número de crisis o la ausencia total de las mismas. Esto permite reducir o cesar la toma de medicación, lo que no es un tema menor ya que los tratamientos epilépticos son extensos y costosos", agregó. Los pacientes con epilepsia refractaria pueden llegar a sufrir varios ataques por día.
Los beneficios de la neuromodulación pueden extenderse entre 10 y 12 horas, informa Clarín. Y entre los principales están "la reducción de las crisis de epilepsia. la disminución de la ingesta de medicamentos, el control o mejoramiento en el compromiso psicocognitivo, la mejoría de la situación psicosocial y calidad de vida del paciente y un corto período de internación luego del procedimiento", enumeró el doctor.
Estos efectos positivos funcionan así: "A partir de este tratamiento con electrodos se activan los circuitos neuronales anómalos a través de agentes eléctricos. Se utiliza para tratar diversas patologías neurológicas y, a diferencia de otras cirugías que son irreversibles, puede ajustarse ante un efecto adverso (apagando el estimulador o extrayéndolo) y volviendo al paciente a su estado inicial".
Ciraolo, quien se formó en Estados Unidos, Alemania, Francia e Inglaterra, contó que "para este tipo de cirugía con electrodos viajé varias veces a Tampere, en Finlandia, donde en el hospital de la universidad de esta ciudad este tratamiento está muy desarrollado".
La primera intervención de este estilo se hizo en 2015 y hasta la actualidad se hicieron siete en total, y hay una más planeada, demorada por la pandemia. "Para dar la información de los resultados, no lo podemos hacer al otro día de la intervención, ni tampoco al mes ni al año... Es esencial hacerle un seguimiento al paciente durante algunos años para poder ser muy específicos en la evolución. Menos el último paciente, a quien operamos en marzo pasado, los otros seis presentaron resultados muy favorables".
Sobre los resultados, indicó: "Hay pacientes que están curados y ya no toman medicación, pero también hay otros que han mejorado enormemente y si bien siguen estando medicados, las dosis han disminuido en consideración".
"Otro punto en el que se advierte la mejora es en el estado anímico. Los pacientes epilépticos son estigmatizados, marginados, tienen inconvenientes en sus trabajos, en la universidad o en el colegio. Por eso el ánimo y la confianza son aspectos que se advierten rápidamente en alguien que ha mejorado", agregó.