"En el principio", la primera exhibición en el país de la fotógrafa neoyorquina Diane Arbus (1923-1971), reúne más de cien imágenes provenientes del Metropolitan Museum of Art que encierran los comienzos de la carrera de la artista, en donde buscaba retratar lo divino en las cosas ordinarias. Puede verse hasta hasta el 9 de octubre en el Malba.
Resulta novedosa la museografía diseñada en la sala para albergar a este conjunto de imágenes en blanco y negro: paredes pintadas de un oscuro azul albergan decenas de columnas angostas y altas, como un bosque, de donde penden las fotografías vintage, en ambos lados de las paredes. Todo este escenario, bajo un sistema de luces tenues e íntimas, sumado a un dato divertido: a causa de un vidrio colocado en el cielorraso del museo, un claro de luz cenital va mutando la iluminación de la sala según el movimiento de las nubes y los caprichos del sol.
Y es en este sentido que se presenta el despliegue de estas cien obras. Ocurre que muchos fotógrafos utilizan la luz para iluminar su objeto retratado, pero Arbus solía hacer exactamente lo opuesto: con su lente miraba hacia la luz y, sin temor, mostraba cómo envolvía al retratado, lo que daba un aura casi mística a algunas de sus imágenes.
Sus fotografías, emblemas del siglo XX, en especial de los 60, fueron desde lo publicitario y la alta moda, hasta la marginalidad más perturbadora y revulsiva, con seres excluidos, invisibles, retratados en parques, morgues, bares, hoteles y camarines sórdidos.