Discos para pasar el invierno

Bonus Track. 

Discos para pasar el invierno
People look at vinyl discs in cardboard boxes ahead of an auction of 15,000 vinyl records at the auction house Maitre Rouillac, in Vendome, on February 9, 2017\u002E\r\nMore than 15,000 vinyl records, mainly of rock and French variety, accumulated by a collector, of the Midi region in France, will be sold during an auction on February 9, 2017\u002E The collection, which literally submerged a residence in Cap-d'Ail, is dispersed by the widow of the collector Max Taddei whose eclectic taste promise to attract amateurs\u002E / AFP PHOTO / GUILLAUME SOUVANT francia vendome francia subasta discos de vinilo en Maitre Rouillac remates subastas

Por Gillespi

Mientras tratamos de decodificar el cambio climático, los veranos subtropicales y el invierno indefinido que oscila entre el calorcito y las madrugadas bajo cero, les propongo un viaje musical a través de discos emblemáticamente invernales.

Particularmente, odio los rankings musicales, ya que es difícil categorizar cosas subjetivas como la impronta de la música en individuos distintos. Como diría Charly “Cada cual tiene un trip en el bocho”, y la música se aloja dentro nuestro de formas caprichosas, a veces ligada a un momento particular de nuestra vida, a la adolescencia perdida, a una historia de amor o lo que sea. Seré arbitrario entonces. Estos discos me han modificado. Quizás puedan coincidir conmigo. De todas formas no está nada mal pegarles una escuchada.

Astor Piazzolla y Gerry Mullugan. "Reunión cumbre"

​El talento inquieto de Astor superó los límites del tango, ingresando en el mundo de la música académica (¿podríamos decir clásica?) y el jazz, incluso la música electrónica. Por el otro lado el veterano Gerry Mulligan, quien supo ser un veloz solista de saxo alto en sus comienzos, y posteriormente referente mundial del saxo barítono (un saxo mucho mas grande y difícil de soplar).

El gran Gerry animó agitadas noches con Chet Baker y Lee Konitz a comienzos de los 50. Eran un puñado de músicos blancos que se animaron al jazz, una música dominada por negros. El encuentro entre Piazzolla y Mulligan se produjo en Milán (1974) y el resultado es este bellísimo disco, titulado “Reunion cumbre” y “Summit” en el resto del mundo. Sonoridades oscuras, orquestaciones de extraña melancolía y el trabajo exquisito de conversaciones entre el saxo y el bandoneón. Los grises del invierno realzan con este disco sonando de fondo.

​Nick Drake. "Five Leaves Left"

Un joven triste con un puñado de canciones inolvidables. El solo acompañamiento de una guitarra acústica jugando con la voz y la capacidad de llenar los ambientes de música. Inicialmente, sus discos no vendieron lo suficiente. Drake no quería tocar en vivo ni dar notas de prensa y así es difícil vender discos. Pero fue tan efectivo el boca a boca que sus discos empezaron a reportar algunas regalías.

Eso no resultó suficiente para motivar a Drake, que después de grabar su tercer disco se retiró de la música y se fue a vivir con sus padres. Murió al poco tiempo como consecuencia de una sobredosis de pastillas para dormir. Insólitamente (o no) sus discos se empezaron a vender en cantidad y su nombre entró al hall de la fama de artistas de culto. Su primer disco “Five Leaves Left” es una obra de arte de principio a fin. Sus canciones crean atmósferas hipnóticas y a poco de iniciado entendemos que su economía musical es paradójicamente el secreto de su poderío musical. Algo así como la frase “menos es más”.

Pescado Rabioso. "Artaud"

Según me contó alguna vez Miguel Grinberg , quien por aquellos años setenta era amigo personal de Spinetta y se frecuentaban habitualmente, el “flaco“ se había volcado a la lectura de poesía surrealista. Eran tiempos de cambio para Spinetta. Su grupo “Pescado Rabioso“ estaba plenamente disuelto, aunque debía entregar un nuevo disco al sello discográfico. Ese álbum fue precisamente “Artaud”, con un puñado de arriesgadas y hermosas canciones de guitarra acústica y otras eléctricas para las que convocó a Gustavo Spinetta (su hermano) en batería y también a sus viejos camaradas del grupo Almendra, Emilio Del Guercio en bajo y Rodolfo Garcia en batería. El resultado es insuperable. Se nota que las canciones fueron grabadas de forma espontánea y sin la mecanización repetitiva de los ensayos.

Bill Evans Trío-Live in Montreaux

Es el registro de la histórica presentación del pianista Bill Evans en el Festival de Jazz de Montreux (Suiza), en 1970. Sería una especie de “segunda parte” del disco del mismo nombre correspondiente al año anterior (1969) y que ganó el Grammy como mejor disco de música instrumental. En esta segunda edición Evans redobla la apuesta presentando a su trio en una forma inmejorable, con un inquieto Eddie Gomez en contrabajo y el descollante arty Morell en sus diálogos constantes desde su batería. El concepto del trío de jazz llega a su mejor momento en este disco y la lista de temas es imbatible, una especie de “best of” de Evans.