Los lindos relatos, las historias de vida y los buenos ejemplos, siempre son emocionantes contarlos para demostrarle a la sociedad que sí se puede. El caso de Florencia Souto conmocionó a toda la provincia de Río Negro, tras darse a conocer que a pesar de haber tenido ya una familia “constituida”, decidió adoptar a una pequeña con síndrome de down.
La mujer contó en diálogo con Río Negro que comenzó a trabajar hace varios años atrás en una institución que trabaja con personas con discapacidades en Bariloche, y fue en ese lugar donde conoció a Sandra, quien tiempo después pasaría a ser parte de su familia.
La niña de 13 años nació en noviembre del 2007 en el hospital Ramón Carrillo de Bariloche, pero al nacer con complicaciones, la derivaron de urgencia al hospital Italiano, en la ciudad de Buenos Aires, para una cirugía del corazón. Todo salió bien, aunque al regresar a la provincia los padres aseguraron que no se podían hacer cargo de la pequeña por lo que quedó en la institución.
10 años más tarde conoció a Florencia, quien la ayudó a conocer la vida de otra manera, comenzaron a salir a acampar, le presentó a su familia, festejaban juntos distintas situaciones de la vida, y poco a poco, fue convirtiéndose en una nueva hija para la trabajadora.
“Fue un amor a primera vista. Ezequiel y Ana Paula, (sus hijos biológicos) enseguida la incluyeron y la quisieron como a una hermana”, sostiene la madre, al tiempo de agregar que los tres decidieron pedir la guarda judicial de la nena. “Lo que hicimos lo hicimos desde el amor”, afirmó.
Pronto comenzaron con los papeles de adopción, y aunque el trayecto no fue fácil, hace tan solo un mes atrás, la jueza de Familia de Bariloche, Marcela Trillini, dictó la sentencia que le otorgó la adopción de Sandra.
Ya siendo una familia consolidada nuevamente, comparten todo tipo de anéctodas y momentos juntos. Incluso, Florencia reveló que aprovechan cada segundo debido a que la salud de Sandra con el tiempo ha empeorado, ya que al adoptarla tomaba algunos medicamentos y actualmente presenta epilepsia. “Nos costó un montón asumirlo como familia”, admitió Florencia.
En los años que lleva con ellos, Sandra Milagros superó dos cirugías. “Una duró como catorce horas y Ezequiel estuvo todas esas horas en el hospital”, comenta. “Ana Paula es la que le arma su mochila cuando se tiene que internar”, dice. “Sandra adora a sus hermanos”, asegura. “Con Sandra aprendimos a ser enfermeros, doctores, neurólogos”.
Finalmente, Florencia agregó que ella decidió contar su historia para poder incentivar a demás personas a que se animen a integrar a sus familias a niños que están solos y vulnerables. Su deseo es que las personas puedan adoptar “sin rótulos, sin etiquetas. Que les demos la misma posibilidad a los niños que tienen 5 o 14 años”.