La constancia, empleándola en buenas costumbres, es virtud de pocos. Mantener la perseverancia de manera sostenida en el tiempo puede resultar muy difícil, mas aún cuando demanda un esfuerzo superlativo. Darío Loncón, un abuelo barilochense de 64 años que se consagró campeón argentino de fisicoculturismo, bien puede ser ejemplo de ello.
Nueve horas como albañil, y tres en el gimnasio. Así dispone su tiempo él, sin dejar de lado a sus dos hijos y su par de nietos. Sin embargo, retomó el segundo de los hábitos luego de haberla dejado a los 50 años.
"Una pena de amor me hizo volver al gimnasio. La verdad es que tuve una relación con una persona que era muy celosa y yo por amor dejé este deporte. Cuando terminamos, en lugar de tirarme a la bebida como podrían hacer algunos, me metí de nuevo a entrenar", detalló a Clarín acerca de su regreso.
Su rutina de todos los días (menos los sábados) consiste en desayunar a las seis para salir a ejercitarse. De 8 a 9:30 levanta pesas, mientras que después de las 15 le dedica una hora y media a los trabajos aeróbicos. El peso que levanta es admirable: ocho repeticiones de 120 kilos en banco plano.
Sobre como define su actividad, mencionó: "El culturismo es un complemento para mí trabajo. Siempre he sido albañil y es una actividad que te pide mucho del cuerpo. Podes pasar horas y horas y horas arrodillado pegando azulejos. Si estás en buena forma lo soportas mejor".
Finalmente, confesó que "el secreto está en cuidarse, en trabajar mucho pero no usar químicos que después te pasan factura y te hacen mal" y que su próximo objetivo estará en "la preparación para la temporada de playa".