Una historia que no tiene “Redes Sociales” pero mucho corazón de la Nona Sara

Mi amigo Juan Osvaldo me trajo otra historia de sus visitas.

Una historia que no tiene “Redes Sociales” pero mucho corazón de la Nona Sara
La Nona Sara devota del Sagrado Corazón de Jesús

Paso un corto tiempo que por ahí parece ser mucho, y volvimos a cruzarnos. Quedó la historia de mi viejo el Coco y la de su esposa Laura, pero nos logró sintonizar la frecuencia y poder conocernos mucho más. Seguro que ambos bajamos la guardia para seguir con la amistad a flor de piel.

Pero me trajo otra historia, quizás una muy particular y al final te cuento porque, Juan me dijo, la conocí a la Nona Sara. Lo miré y le dije, te escucho amigo.

“Con el miedo lógico que implica ir a conversar o charlar como se le quiera llamar, con una persona mayor, con todo lo que ello significa, post covid, seguridad para la persona, etc., fue así como llegamos a su casa, esta vez mi compañero de aventuras y miembro del Foto Club Arroyito era, Raúl Ferreyra, quien me acompañaba esta primera vez”.

Nos recibió muy amablemente, nos contó de lo duro que fue su infancia en el campo, ya que eran ocho hermanos más sus padres, en donde el único ingreso era lo que producía la tierra. Su charla siguió, recordando a su Mamá, y como los despertaba a ella y sus hermanos todos los días a la madrugada para que sentados en la cama, respondieran al rezo del Santo Rosario”.

La Nona Sara devota del Sagrado Corazón
La Nona Sara devota del Sagrado Corazón

Cabe destacar que me senté de manera correcta y seguí escuchando “fue en ese momento que recordó un sueño que le marco la vida para siempre, cree haber tenido quizás 11 años, cuando soñó con el Sagrado Corazón de Jesús, que estaba en hermosas nubes y que la invitaba a ella a seguirlo, y que era como si le alcanzara unos libros, continuó con el relato”.

Este sueño marco para siempre su vida, se hizo fiel devota del Sagrado Corazón de Jesús, al cual le reza todos los días el santo rosario, fue así también como recogió de la basura una hermosa foto del mismo, que ella hizo encuadrar y después pintar en un cuadro enorme que entre sus numerosas plantas está, que ella orgullosa nos muestra”.

Ante tanta demostración de fe en Dios, y el eterno agradecimiento de todo lo concedido a través de su devoción al Sagrado Corazón de Jesús, cuando emocionada hasta las lágrimas nos hablaba como si fuésemos sus hijos, y cuando en mi, las emociones traducidas en lágrimas me impedían esbozar frase alguna, solo atine a levantarme a darle un beso en la frente, quizás porque también me recordaba a mi mamá. Es ahí cuando miro a mi ocasional compañero haciendo fuerzas para no dejar escapar esas lagrimas que por sus mejillas corrían, convirtiendo al gran y experimentado fotógrafo, también en un niño que quizás recordaba a su madre ya en el cielo”.

“Fue así como conocimos a la Nona Sara, como así le gusta que la llamen, cada una de sus frases o pensamiento fueron para nosotros una lección de vida. Gracias Raúl por las fotografías, y por tener el coraje de dejar correr tus lágrimas, haciendo cierto el dicho popular: ¡Los hombres no lloran, MENTIRA! HAY QUE SER BIEN HOMBRE PARA LLORAR. Nos despedimos con un beso de Sara y con la promesa de volver algún día para seguir escuchando sus anécdotas”.

Juan Osvaldo Ávila