El papa Francisco celebró la misa del Domingo de Ramos, que marca la entrada en la Semana Santa, y rezó el Ángelus en presencia de un reducido número de fieles invitados en la Basílica de San Pedro del Vaticano, al igual que en 2020. Por segundo año consecutivo, la tradicional procesión con ramas de olivo fue cancelada.
Según el Sumo Pontífice, la sociedad afronta el segundo año de pandemia más cansada y más acuciada por la crisis económica, en comparación con un primer año marcado por la conmoción. “El año pasado, estábamos más conmocionados, este año estamos más afectados. Y la crisis económica se ha agravado”, dijo el líder católico.
Las medidas de seguridad asociadas a la pandemia y las restricciones a los desplazamientos del gobierno de Italia, que combate el repunte de contagios, mantuvieron alejada a la muchedumbre habitual de turistas y peregrinos.
“Por segunda vez la vivimos (la Semana Santa) en este contexto”, sostuvo Francisco, ante unas 120 personas, incluidas monjas y unas pocas familias y parejas, sentadas por separado en los bancos. En el medio del sufrimiento que provoca la pandemia, afirmó que “vemos los rostros de tantos hermanos y hermanas en dificultades”.
“No pasemos de largo, dejemos que nuestros corazones se conmuevan con compasión, y acerquémonos”, sugirió. Se trata de “una situación histórica y social” que conlleva problemas de carácter “físico, psicológico y sobre todo espiritual” que siembran “desconfianza” y “desesperación”, explicó.
“Dejémonos sorprender por Jesús para volver a vivir, porque la grandeza de la vida no está en tener o en afirmarse, sino en descubrirse amados. Y en la belleza de amar”, aseguró, antes de destacar la importancia de acoger a los “descartados”, “humillados por la vida”, “rechazados” y dejar de ser “rehenes de la admiración y el éxito”.
Salvo la procesión del Vía Crucis en la Plaza de San Pedro por el Viernes Santo, todos los actos de la Semana Santa de este año en el Vaticano se celebrarán dentro de la Basílica, incluida la Misa de Pascua de Resurrección, con la que culmina la Semana Santa. Los fieles a pie no podrán acudir a la misa nocturna del Sábado Santo, que normalmente se celebra a la luz de las antorchas en el Coliseo de Roma.
Hace un año, la primera ola del Covid-19 arrasó Italia. El Papa celebró solo, en una basílica desierta, el Domingo de Ramos, que conmemora la entrada de Cristo en Jerusalén. En ese momento, también impartió una histórica bendición “Urbi et Orbi” (”a la ciudad y al mundo”), desde una plaza de San Pedro del Vaticano totalmente vacía de fieles, un imagen que se convirtió ya en un símbolo del silencio y el vacío en los que la pandemia sumió al mundo.