El pago de intereses del Banco Central a las entidades financieras por los pasivos remunerados con los que esteriliza la emisión monetaria e intenta contener la inflación ya supera los 80.000 millones de pesos por mes y crece a un ritmo del 64% anual.
Esta friolera evidencia que el Gobierno de Alberto Fernández está contra las cuerdas, porque no sólo la inflación recrudeció cuando aún falta descongelar tarifas sino que el costo para evitar que ese problema estalle es enorme: mes a mes, los bancos se llevan el equivalente a la masa monetaria completa de un Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
Además, en lenguaje del propio oficialismo, el stock de pasivos remunerados del Banco Central podría considerarse una derrota política para Fernández. En 2019, en campaña, juraba que iba a reducir estos instrumentos y que, a contramano, iba a aumentar muy fuerte las jubilaciones. Esto no sólo no pasó, sino que ocurrió lo contrario.
Desde que Fernández sucedió a Mauricio Macri, el Central ya pagó 995.875 millones de pesos (casi 1 billón) en intereses a los bancos públicos y privados. Es el equivalente a 48,4 millones de jubilaciones mínimas (hoy en 20.571 pesos).
En el Gobierno se defienden. “Macri no tuvo pandemia. Lo que nosotros emitimos y esterilizamos fue para cubrir el costo del Covid-19. Sin el virus, las cuentas serían otras”, le respondió a este diario un funcionario del Central.
Incertidumbre
La segunda ola de la pandemia viene más virulenta que la primera y mientras la inflación sigue en alza, al ritmo de las necesidades en los hogares y barrios se incrementa la presión social, sobre todo en los grandes aglomerados urbanos con el conurbano donde la pobreza es del 51%.
En ese contexto, el Gobierno evalúa qué hacer. En marzo ya les pagó una parte del sueldo a 500.000 trabajadores vía Programa de Recuperación Productiva (Repro), para el que anunció un aumento del 50% el viernes. Desarrollo Social también incrementará la asistencia. Y podría haber otras medidas.
Para dar más ayuda, el Gobierno tiene dos caminos: emitir más moneda o endeudarse más en el mercado local, como lo hizo ya en el primer trimestre cuando el ministro de Economía, Martín Guzmán, colocó unos $90.000 millones en deuda nueva.
Juan Ignacio Paolicchi, economista, analizó que luego del Covid-19, se espera que los países emergentes “salgan muchísimo más endeudados” y con tasas de interés en ascenso, un camino que ya empezaron Brasil, Turquía y Rusia.
“En ese contexto, Argentina debería tomar nota, ser consistente en la política monetaria y delinear cómo va a retirar la emisión de 2020”, dijo Paolicchi. Mientras tanto, la masa creciente de dinero sin respaldo genera presión para la inflación, que para la consultora EcoGo Consultores en marzo fue ya del 4,2%, la más alta desde diciembre de 2019.
El tamaño de la montaña
Según datos del Banco Central, la financiación al Tesoro mediante adelantos transitorios y transferencias de utilidades desde el 20 de marzo hasta fin de año ascendió a 1,78 billones de pesos (6,6% del PIB). Pero en todo el 2020 alcanzó los 2 billones de pesos (7,4% del PIB).
En la entidad que conduce Miguel Ángel Pesce dicen que el 64% del financiamiento del Banco Central al Tesoro puede atribuirse a las necesidades de la pandemia. Es decir, el Covid-19 costó unos 1,28 billones de pesos al sector público.
A pesar de la descomunal emisión monetaria, la masa de dinero total creció en 574.879 millones, alcanzando los 2,5 billones de pesos. Esto es porque Pesce y Guzmán decidieron esterilizar parte de la emisión vía pasivos que se remuneran a los bancos, como lo hacía el macrismo.
El 44% de lo que se emitió en 2020 fue a parar a las letras de liquidez (Leliq), hipercriticadas por Fernández en sus actos de campaña, y pases pasivos, que pagaron una tasa de interés promedio del 36%. Si se compara con 2019, el pago de intereses en términos nominales creció un 4%.
Ahora, entre el 1 de enero y el 5 de abril, la base monetaria acumuló una expansión de otros 392.127 millones. Esto es por una emisión monetaria de 135.000 millones de pesos y el paga de 270.444 millones en intereses por Leliq y Pases, mientras que otros factores contrarrestaron levemente en la cuenta general.
El pago de intereses registra un aumento por encima de la inflación del período (estimada en un 41%). El Banco Central había abonado 164.866 millones de pesos en entre el 2 de enero y el 6 de abril de 2020. Esto muestra que en 2021, está pagando un 64% más.
Si al stock de Leliq (1,9 billones) y de Pases pasivos (1,1 billón) se les suman las flamantes Legar, creadas para incentivar al agro a liquidar divisas, los pasivos remunerados del Central superaron los 3 billones de pesos superando incluso a la base monetaria. Desde que asumió Fernández, este stock ascendió 121,7%.
Guillermo Bermúdez, de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), analizó que el stock actual de depósitos luce holgado para satisfacer un aumento de la demanda de crédito que replique el mejor desempeño observado desde comienzo de siglo durante una fase de recuperación de la actividad. Esto permitiría anticipar que no debería esperarse una competencia por los recursos para que el Central sostenga su estrategia de renovación de pasivos, de modo que no deberían anticiparse mejoras de los retornos reales por las colocaciones a plazo.
Por ello, con cierta prudencia en el manejo fiscal en los últimos meses, la estrategia de esterilización debería concentrarse en contener el pago de intereses de los pasivos remunerados del BCRA y la adquisición de divisas. Aunque, hay riesgos: sin mejoras en las tasas, los retornos reales negativos de las colocaciones a plazo podrían incentivar la reversión de posiciones y sumar presión sobre el mercado de bienes y divisas, anticipando en el tiempo el fin de la estabilidad cambiaria, evaluó Bermúdez.
Por la corresponsalía de Buenos Aires