Es la escena típica de cada tercer domingo de octubre por la mañana: mamá despierta con el regalo que los chicos (solos o con ayuda del padre u otros familiares) compraron para ella, y afirma que le encanta. Si es ropa se lo prueba, salta de felicidad.
sin embargo, según una encuesta que hizo la Universidad Abierta Interamericana (UAI), el 96% de las madres dice que le gustan los regalos que recibe de parte de sus hijos, pero el 47% lo cambia.
¿Esto es una mentira blanca? Según el estudio, las madres prefieren la seguridad al factor sorpresa. Las más jóvenes (hasta 35 años) confiesan que prefieren elegir o comprar ellas mismas su regalo, antes que recibir algo que no esperaban.
Quienes se encargan de comprar los regalos lo saben, por eso se preocupan de que siempre vengan con tickets de cambio. "Buscamos la certidumbre", explica a La Nación Federico Fros Campelo, investigador de los procesos cerebrales de los consumidores. El ticket de cambio es un elemento sofisticado que busca satisfacer esa necesidad de certidumbre. Comprar un regalo genera incertidumbre.
¿Cómo elegir un regalo que funcione?
Aunque a las madres les preocupa demostrar que el regalo no les gusta, tanto como para mentir, la realidad es que eso no es tan grave para quien lo compra. La mayoría de los autores de esos regalos dice que no está decepcionado al enterarse de que la madre en cuestión decidió cambiar el obsequio que le habían hecho. Apenas el 15% se siente de ese modo. El 86% dijo que no le importa.
Sin embargo, algunas familias están encontrando la solución en volcarse hacia regalos diferentes. Melina Stefanich, madre de un niño de cuatro años y otro de ocho meses, explica que al principio intentaba orientar a su marido, pero no funcionaba. "En general, y para evitar un mal paso, hay una charla previa donde trato de orientarlo. (...) Pero la verdad es que aunque él tiene buen gusto, por una cuestión de talle, color o comodidad siempre termino cambiando lo que me regalan"
Así que ahora pide regalos diferentes: con dos hijos chicos y el trabajo, cuenta que le resulta cada vez más difícil tener un espacio para ella misma. Así que ahora pide experiencias: "algo que pueda vivir y disfrutar de otra manera, y además no tengo que cambiar nada"