El agravamiento de la situación social tras la fortísima devaluación, el recrudecimiento de la inflación y una incipiente recesión han logrado acercar al Gobierno de Mauricio Macri y la Iglesia Católica. En la urgencia de asistir a los más necesitados, la Iglesia está mostrando un espíritu de colaboración en la amortiguación social.
Según asegura Clarín, esta "unión" queda demostrada en una reunión que la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, y la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, tuvieron días pasados con los directivos de las Cáritas para potenciar la ayuda alimentaria. Justamente ellas se cuentan entre las oficialistas que mejor diálogo tienen con el Papa.
En esa actitud colaborativa parece que no hicieron mella las heridas que dejó el debate sobre la legalización del aborto. Hasta ahora no hubo un pronunciamiento crítico de la Conferencia Episcopal, y postergar las críticas en las actuales circunstancias revela un deseo de no sumar tensión.
Además, una comisión integrada por la Conferencia Episcopal, la jefatura de Gabinete y la secretaría de Culto avanza en el análisis de alternativas de financiamiento ceñidas al aporte de los fieles, sin el aporte mensual del Estado.
En este marco de acercamiento, también el arzobispo de La Plata Víctor Manuel Fernández, uno de los eclesiásticos argentinos más cercano a Francisco, declaró recientemente que la Iglesia "está dispuesta a colaborar".
En definitiva, en medios eclesiásticos admiten que no es inverosímil pensar que detrás de este espíritu colaborativo esté el mismísimo Francisco. Ante todo, por solidaridad con los más necesitados, pero también porque no le conviene una profundización de la crisis en su propio país.