El terrible incendio del Museo Nacional de Río de Janeiro convirtió en polvo parte de la memoria de una ciudad que fue capital de un imperio y dejó en evidencia los reclamos presupuestarios que se vienen haciendo al área de Cultura y Educación.
Después de siete horas de llamas, el techo cedió en la mayor parte del edificio y pocos objetos pudieron salvarse. Uno de ellos fue el famoso meteorito Bandegó, que por su composición no sufrió daños.
Este año el museo había celebrado sus 200 años. Y, hace algunos meses, el ministro de Cultura Sérgio Sá Leitão había aprobado un proyecto para prevenir incendios. El problema fue que los fondos llegarían recién en octubre.
De cara a lo sucedido, el director del museo, Alez Kellner, culpó al Gobierno por la falta de mantenimiento.
Frente a los reclamos, el ministro de Educación, Rossieli Soares, aseguró que buscarán ayuda internacional para restaurar las piezas que sobrevivieron al fuego y asegurar los puestos de trabajo de todos los empleados del museo.
Además, los funcionarios anunciaron la liberación de un presupuesto de emergencia de 2,4 millones de dólares para garantizar la seguridad estructural del edificio y de las construcciones lindantes. Y más de un millón de dólares para iniciar la reconstrucción.
Afortunadamente nadie murió durante el siniestro, pero hay miles de piezas de la historia de Brasil que no se podrán recuperar.