Duki se hizo un nombre en dos terrenos que a simple vista parecen antagónicos pero que en la práctica son más que complementarios. Empezó sus días batallando en clave de rap en las plazas de Buenos Aires y sus alrededores. Ganando competencias con un freestyle filoso y bailable.
Cuando vio el momento indicado, aprovechó su relevancia para dar un salto a las canciones montado en un género que ya conquistó al mundo: el trap, una rama del hip hop que fusiona el rap con la música electrónica y le agrega una pátina de oscuridad que a este joven de 22 años le sienta muy bien.
Con un puñado de 10 canciones subidas a Spotify y apenas siete videos en su canal de YouTube, Duki logró superar los 30 millones de reproducciones en varios de sus temas. ¿De qué habla? En la mayoría, de relaciones amorosas en clave 2.0 (Instagram, WhatsApp y Twitter mediante). Pero también se anima a cantar sobre su repentino y aparentemente imparable éxito: "Dicen que voy ser rico tantas fechas en enero / que me sigue la AFIP por mis aumentos financieros", agita en la reciente "Quavo".
Su éxito se mide en likes, plays y follows. Pero también trasciende la pantalla para ganarse un lugar en la prensa especializada y en el incipiente circuito de trap argentino. De hecho, es uno de los mayores exponentes del género en la actualidad, y sus canciones traspasaron las fronteras para llegar a Latinoamérica y a España.
Esto lo puso en el radar de los más grandes del género, como el famoso músico puertorriqueño Bad Bunny, que lo escuchó, quedó encantado con su sonido y lo incluyó en el remix de "Loca" y en la canción "Hello Cotto".
Su próxima prueba de fuego será el 4 de mayo en el mítico Teatro Gran Rex de la calle Corrientes, cuando se presente en soledad ante un público que parece crecer día a día. ¿Tendrá techo su expansión?